Carme Rigalt habló ayer en la Fundació la Caixa sobre «La genètica de l'amor: seduccions i resistències, enamoraments i desenamoraments», como parte del ciclo «Genoma humà i ètica religiosa».
"¿Cuál es la genética del amor?
"Más que de genética creo que en cuestiones de amor tiene que
hablarse de química. Puede sonar cursi, pero se ha comprobado
científicamente que la química interviene en los procesos de
enamoramiento.
"¿Y la cultura?
"Las relaciones amorosas tienen mucho de atávico. Siempre he creído
que las abuelas tenían razón en la cuestión de hacerse respetar, no
por el sentido moral de la frase, sino porque es una manera de
hacerse desear. Eso es muy importante porque el deseo siempre
genera más deseo.
"¿Creéis que el hecho de enamorarse tiene un componente
literario?
"A menudo me he pedido si sin haber oído hablar de amor, sin haber
leído o sin haber visto un beso nos hubiéramos enamorado o besado.
Muchas veces nos enamoramos de la idea del amor, la idea de
reconocernos en otro.
"¿Qué papel juega el sexo?
"El amor y el sexo son dos dimensiones que por sí mismas tienen un
valor. El hecho de unirlos es un estigma judeo-cristiano que une la
idea del amor y la pareja con la de la reproducción. Con el tiempo
ha devenido una frustración para muchas parejas, que se amaban
mucho pero no conectaban sexualmente. Pienso personalmente que al
sexo tiene que llegarse de forma primaria, sin inhibiciones. Los
elementos asociados con el amor nos distraen.