EFE - MÀLAGA
La casa natal de Pablo Ruiz Picasso, en Málaga, acoge desde ayer
una selección de veintiséis cerámicas procedentes de la Colección
Serra que muestran la evolución del artista malagueño en esta
disciplina, a la que se incorporó tardíamente y de forma progresiva
hasta dominar todos sus procesos de creación. Las piezas abarcan
todo el periodo en el que Picasso trabajó la cerámica, desde 1947
hasta 1970, pocos años antes de su muerte.
En 1946, cuando el artista se trasladó a la costa francesa para veranear, surgió de forma casual la idea de trabajar el barro cocido, al sugerirle un amigo que lo hiciera, para lo que visitó la cercana factoría Madoura, explicó ayer en la presentación de la muestra la comisaria, Dolores Durán. En aquel taller, Picasso decoró varios platos y mostró poco interés por el resultado de la prueba, aunque un año más tarde, también en verano, volvió a visitar la factoría para ver los trabajos del año anterior y entonces sí se sumergió totalmente en la cerámica.
Por la proximidad con el lienzo, comenzó a trabajar sobre superficies planas, como platos y escudillas, fundamentalmente, aunque más tarde empezó a atreverse con las tres dimensiones, y decoró entonces piezas tradicionales de la alfarería, como orzas o cántaros, señaló Durán. La tercera y última fase en la evolución del Picasso ceramista llega con la creación de sus propias piezas, en algunos casos a partir de otras existentes, y en este proceso alternó éxitos y fracasos por su inicial desconocimiento de las técnicas de cocido o de las reacciones químicas de los esmaltes y otros materiales.
Estas cerámicas, que tras esta exposición, que finaliza el 9 de mayo, viajarán a Vigo, recorren todas las formas y temáticas que tocó en esta disciplina, como la tauromaquia, la mitológica o la femenina.