El diseñador Javier Mariscal presentó ayer en Palma la guía «Mallorca sostenible», una propuesta con soporte económico de instituciones públicas y privadas que va más allá de un manual ecologista, según dijo ayer su promotora, Cristina Barchi. Mariscal es autor de las ilustraciones y del diseño de la publicación, en cuatro idiomas y con 400 páginas.
Mariscal fue elegido para este proyecto por su forma de entender la vida, comentó Barchi, «coherente» con el mensaje de cambio cultural y ético que quiere transmitir. Al inicio del encuentro con los medios de comunicación, el diseñador dio algunos ejemplos: cultiva un huerto biológico en la fábrica que hace años convirtió en estudio, «un espacio ganado al aparcamiento, en el que hago compost». Y resaltó la importancia de «vivir todo ese proceso»; también contó cómo en una casa que se construye en Barcelona apuesta por la «energía solar, una inversión que merece la pena», aunque algunos le decían que, al final, no sería rentable.
Con un espíritu optimista imbatible, «no sé ser de otra manera», defendió el trabajo individual para conseguir una sociedad mejor, independientemente de la ética de los responsables políticos o económicos. Cree en ella. «No debes consumir más materia prima que la que puedas reciclar es una base de la sostenibilidad», concepto que define «un proceso cultural» en el que la globalización «es un chollo, una maravilla, pero no como se está intentando hacer».
Mariscal anima a la gente a vivir en sostenibilidad: «Siempre hay que ser el primero; a mí no me importa ser un poco boy scout, un poco tontorrón». Otra cosa son los dirigentes. De Aznar dijo: «No me gusta ese tipejo»; de Zapatero, que es «más mono», en el sentido de que «da otra vibración»; y de la oposición de Estados Unidos a los acuerdos de Kioto sobre la emisión de gases, una nueva dosis de optimismo: «Ya se pondrán de acuerdo; que se hayan reunido ya es suficiente». Todo porque Mariscal cree que: «Al final siempre ganan los buenos, la fuerza del amor es más potente que la fuerza de la destrucción».