El escultor Robert Brotherton, fallecido el pasado 15 de noviembre en Pollença, donde residía desde 1963, donó una escultura a dicho pueblo, según ha podido saber este diario.
Para quienes le conocían, el artista californiano no pudo soportar el dolor por la muerte de su esposa, fallecida el pasado octubre, «y no quería vivir». Aunque «era una persona muy vital, él y su esposa estaban muy unidos y la tristeza por su pérdida fue muy grande», comentaron desde la galería Bennàssar, de Pollença, donde había expuesto en varias ocasiones y con cuyos responsables el matrimonio había mantenido «una buena amistad».
Robert Brhoterton, cuyo cadáver fue incinerado en Palma, no quiso que sus amigos lloraran su muerte, al contrario, prefirió que le recordaran con alegría. Por ello, antes de morir, «lo dejó todo arreglado para que tras su desaparición, se reunieran en un bar de Pollença al que solían acudir y celebraran un encuentro festivo», explicaron a este diario. «Era tímido y, fundamentalmente, se dedicaba al trabajo, tenía muchos encargos», explicaron desde la galería Bennàssar, recordando que «también expuso en otra galería pollencina, Norai». Sobre su obra, el artista dijo en una ocasión: «En todas mis obras existe un sentido de vida y movimiento».