El fotógrafo Toni Catany (Llucmajor, 1942) obtuvo ayer el Premio Nacional de Fotografía, del Ministerio de Cultura, dotado con dos millones y medio de pesetas. El artista, que ha pasado de las técnicas fotográficas más primitivas a las más modernas, vive y trabaja en Barcelona, donde se enteró del galardón por las llamadas de los periodistas. «El teléfono no para de sonar», dijo.
Con la sencillez que les es propia, señaló que estaba «encantado». «Hace poco que me han dado el de Bellas Artes de Cataluña y ahora este, así que es «un año fantástico, no me puedo quejar y, además, estoy bien de salud», apuntó. «Los premios son un estímulo para continuar, aunque yo haciendo fotos me lo paso muy bien, pero que te lo reconozcan resulta una satisfacción».
Cultura del CIM exhibirá en 2002, por Pascua, en tres espacios del Centre Cultural la Misericòrdia, la exposición antológica que, en septiembre de 2000, le dedicó el Museu Nacional d'Art de Catalunya, fotografías que recorren 40 años de trabajo, naturalezas muertas, desnudos, retratos y el Mediterráneo, motivos recurrentes en su trayectoria. Catany comenzó su carrera en 1967, como «free lance» y haciendo reportajes para revistas y periódicos. A finales de los 70 experimentó con calotipos, una técnica muy primitiva que consistía en utilizar un papel sensibilizado para obtener un negativo y luego conseguir una copia por contacto. Con las texturas que logró imprimió a sus imágenes un aire misterioso y anacrónico.
Desde entonces, ha derivado a la utilización de los métodos más modernos, como digitalización de los originales, siempre dentro de una obra fotográfica intemporal, que muchas veces retoca con colores pastel, y que se asemeja a cuadros hiperrealistas.