En Mallorca sí pudo construir una obra emblemática por la concepción de su fachada al Mediterráneo, el Hotel de Mar, en Illetes. En Cataluña levantó otros proyectos, pero uno se quedó en el tintero. Fue la promotora, algo que sucede en muchas ocasiones con los diseños de vanguardia, quien no dio luz verde a Torre Valentina, en Girona, donde José Antonio Coderch trabajó en lo que debía ser un hotel y apartamentos en la década de los cincuenta.
«Coderch vivió intensamente la arquitectura», comenta Alfons Barceló, responsable de la vocalía de Cultura del Colegio de Arquitectos de Balears donde, ayer, se inauguró una exposición con los planos y dibujos de un complejo que Coderch había imaginado camuflado en el terreno, rodeado por miles de pinos, de cuerpos escalonados, poca altura, adaptándose a la orografía del solar y en primera línea de mar.
La maqueta que dejó de este proyecto demuestra la importancia que daba a la vegetación que rodearía los edificios, un bosque de pinos que respetaba. «Era consciente de que los árboles en una calle son como alquimia», añade Barceló, quien dice que lo de Torre Valentina, más que integración era auténtica adaptación al terreno. Coderch, que trabajó especialmente en Cataluña, destaca por sus fachadas quebradas, como plegadas; por unas plantas a base de cuerpos rectangulares rompiendo, que facilitan la entrada de la luz mediante distintas orientaciones y por la distribución interior de las viviendas. La exposición llega organizada por la Escuela Superior de Arquitectura del Vallés. Mañana el arquitecto Jonathan Tugores dará una conferencia a las 19.30.