Síguenos F Y T L I T R

Noche de ópera con «Rigoletto»

El Teatro Nacional de Rousse escenificó la obra de Verdi en el Auditòrium

|

Trajes de noche y música de Verdi. Una conjunción de características y de voces junto a una mezcla de Gildas y bufones. El pasado miércoles por la noche, el Auditòrium acogió, dentro de su XVI Temporada de Ópera, la representación de «Rigoletto». Un público numeroso, que no llenó el teatro, siguió los pasos de los solistas, el coro y la orquesta del Teatro Nacional de Ópera de Rousse, encargados de escenificar la obra. Los corrillos y la expectación precedieron el inicio del primer acto. Las corbatas, los corbatines y los vaqueros convivían en armonía. Diez minutos más tarde de la hora prevista, las luces se apagaron y empezó la función.

El duque de Mantua, el tenor Arseny Arsov, empezaba a perfilarse como un cortejador nato mientras que Rigoletto, el barítono Stoyan Ivanov, su bufón, como un pobre hombre. Parecía que a los cantantes les costaba entrar en las canciones, porque el primer aria sonó un poco baja. La segunda escena presentó a Gilda, la soprano Elena Stoianova, la joven recatada hija de Rigoletto que es cortejada por el duque. El primer descanso reunió a casi todos los espectadores en el hall del bar. Hacía calor y muchos optaron por salir a la terraza. Los que se quedaron dentro comentaron la jugada. «Ella no lo hace muy bien», «A mí sí que me gusta» o «El coro está bastante bien» fueron algunos de los comentarios que se oyeron.

Las luces volvieron a apagarse y empezó el segundo acto. Las arias empezaron a cobrar voz, lo que se tradujo en aplausos entre una canción y otra. Incluso se escapó algún bravo. El segundo descanso recogió estas novedades: A «Lo han hecho mejor» o «A mí sigue sin gustarme ella» se unieron a «Rigoletto exagera un poco».

La escenografía era más bien fría, sencilla. Le acompañaba un vestuario que buscaba ser ostentoso pero se quedaba en el intento. El público, por su parte, supo combinar la elegancia de algunos con la discreción de otros. En el tercer acto hizo acto de presencia el aria más famosa y más esperada de esta ópera, «La dona é mobile». La noche terminó con los aplausos, sobre todo para la soprano, la más ovacionada junto a la orquesta.

Lo más visto