«No tengáis una idea falsa de mi raza». Uno de los personajes más famosos de la literatura universal pronunció por primera vez esta frase en 1604. Cuatro siglos después, su contenido sigue vigente. La gran obra es «Otelo, el moro» y su protagonista es quien la dice. Esta noche, el Centro Andaluz de Teatro presenta una versión del clásico de Shakespeare en el Auditòrium Sa Màniga. La novedad: la actualización de la pieza.
«Se escogió 'Otelo, el moro' porque tiene mucho que ver con la realidad», comentó Juan Manuel Lara, «Otelo». La adaptación se centró en dos aspectos: «El primero, el maltrato que se hace a la mujer, que, en otras versiones, no se había acentuado tanto. Y el segundo, la inmigración», dijo Lara. «Mi personaje es usado y, cuando ya no sirve, se deja de lado, como los inmigrantes que vienen a Europa a trabajar y que sólo buscan construirse una casa», añadió. Incluso el clásico puede trasladarse hasta la más reciente actualidad, hasta los linchamientos que «sufren los árabes tras lo sucedido en EE UU».
El poeta Luis García Montero adaptó el texto actual al presente. No le quitó nada, sólo utilizó un lenguaje directo, más adecuado a lo que se quería expresar. El escenario se presenta vacío, con los actores siempre presentes, esperando su turno para recitar su papel. Sólo hay un elemento: alfombras orientales. «Simbolizan el mundo de Otelo», aseguró Julián Ternera, Yago.
El personaje de Yago también sufre una transformación en esta versión. «Se convierte en el conductor de la obra», comentó Ternera. Dialoga con el público, a quien hace cómplice. El resentimiento le lleva hasta la crueldad y la maldad. «Se trata de un don nadie», a quien las circunstancias que padece le llevan hasta «el odio, después a la venganza y, por último, a la tragedia». Los símbolos también están presentes. El poder se expresa mediante smokings y Oriente con alfombras. Con ello se busca que el público se implique en la trama, que piense e interprete lo que está viendo.