Un periodista escribió de él que parecía más un rapero que un pintor cubano, y recordándolo, él se preguntaba ayer con una sonrisa cómo deben ser los pintores cubanos. Lo que sí parece claro es que Kcho (Isla de la Juventud, Cuba, 1970), es un artista a quien no le ha superado el ego a pesar de que triunfó desde muy joven. Divertido y nervioso, explicó la exposición que hoy inaugura en Palma, en Joan Guaita, con humor y con la rapidez de una ametralladora.
Aunque en España su obra se conoce a través de la Fundación Pilar i Joan Miró (1995); el Reina Sofía de Madrid, que le llevó al Palacio de Cristal del Retiro (2000), o la Bienal de Valencia, donde acaba de presentar una pieza, la de hoy es la primera muestra individual que expone en nuestro país en una galería. «Ha llegado el momento propicio», dijo. El artista ha creado piezas para el espacio, algunas hechas en Mallorca, en las que se reflejan sus universos, aquél que desvelaba hasta ahora y en el que comienza a caminar, del que sólo comenta: «He comenzado a destruir mi pequeño universo».
En él están su pasado y su presente. La madera como material: «Mi padre era carpintero, crecí entre virutas»; el mar y los barcos, que denomina «objetos flotantes». Kcho nació en una pequeña isla cubana y ha vivido «la doble insularidad», que se refleja en su obra. Los objetos flotantes son «la solución de una limitación», la de la comunicación, la del viaje, salir a otro lugar. No quiere renunciar a su infancia y toma el camino de vuelta a ella para crear. Si en Madrid presentó composiciones de gran tamaño en forma de columna, las piezas que trae a Palma son más pequeñas, «a escala de la isla», con los barcos como hilo conductor.
En Guaita también expone dibujos originales sobre papel. «Me gusta mucho el dibujo, la energía del trazo es la idea en sí, ésa es la eficacia, energía pura; el dibujo es el soporte de la idea, todo lo pienso dibujando, es un espacio de trabajo donde todo ocurre, el papel en blanco no me asusta». Para él, off the record, que traicionamos porque pensamos que no se enfadará, confiesa que un hobby es el dibujo erótico, que hace a todas horas, en cualquier trozo de papel.