Mercè Rodoreda (Barcelona, 1908 - Girona, 1983) ha sido una de las escritoras más importantes que ha dado este siglo la literatura catalana. Autora de novelas como «La plaça del Diamant», «Mirall trencat» o «El carrer de les Camèlies», ha sido objeto de numerosas biografías. Ahora, Edicions 62 acaba de sacar a la luz «De foc i de seda», un álbum biográfico de Mercè Rodoreda elaborado por Marta Nadal.
La obra repasa su vida a través de decenas de imágenes, en las que aparece Rodoreda con algunos de los personajes que la han envuelto. Entre ellos hay también mallorquines. Es el caso de Baltasar Porcel o Llorenç Villalonga.
Porcel conoció a Mercè Rodoreda cuando la entrevistó, en 1966, para la revista «Serra d'Or». El encuentro fue en Barcelona, a donde iba de escondidas, pues vivía exiliada en Ginebra. Porcel quedó seducido por su mirada algo maléfica, su reir claro y su elegancia madura. De aquella entrevista se reproducen algunas imágenes y una serie de declaraciones que hizo al escritor mallorquín.
Al año siguiente, 1967, Rodoreda conoció a Llorenç Villalonga. El encuentro fue en Palma, propiciado por Joan Sales, editor común. Ambos se habían impuesto en los años 60 como dos grandes figuras de la novela catalana del siglo XX. Ambos introdujeron un modelo de novela que no cuenta historias, como la tradicional, sino que pretende ser un texto válido por sí mismo. El encuentro con Villalonga fue cordial pero frío, no pasó de la cordialidad más estricta. Los dos personajes no tenían nada que decirse, separados como estaban uno de otro, tanto socialmente como ideológicamente y, también a nivel intelectual. Fue un contacto que, sin embargo, derivó en una breve, pero correcta y protocolaria, relación epistolar.