El taller de restauración del Bisbat de Mallorca, dirigido por Antònia Reig, se encuentra trabajando en la restauración del retablo dedicado a Nostra Senyora del Roser que preside la Capella del Roser de la parroquia de Sant Miquel de Llucmajor. Los trabajos está previsto que se terminen a finales de este mes. Jaume Serra, rector de dicha parroquia, aseguró ayer que el retablo es una fiel muestra del barroco florido del siglo XVII y que su objetivo era explicar a los feligreses, mediante imágenes, los doce misterios del rosario.
El retablo mide aproximadamente 4'75 x 7 metros y su arquitectura está realizada en madera dorada y policromada y pintura sobre madera. Las tallas que conforman el retablo son de madera dorada y policromada. El equipo de restauradoras, formado además de por Reig por Elena Segura, Elena Sáiz y Victòria Reina, explicó que la superficie del retablo está cubierta por una capa de polvo y suciedad de carácter graso producida por el humo generado por la combustión de las antiguas iluminaciones y la suciedad, provocando un oscurecimiento general del retablo que atenúa los colores y el brillo del pan de oro.
Según las expertas, también se había producido un deterioro general por la erosión de la madera debido a la humedad, el envejecimiento natural y el ataque biológico. En palabras de Antònia Reig, la restauración tiene diferentes fases. Primero se hace una desinfección y consolidación del soporte de madera y una limpieza de la misma "en este caso se llegaron a sacar 20 kilos de desechos". Luego se pasa a la consolidación estructural, que consiste en llenar las fisuras de la madera y pegar las partes sueltas que puedan desprenderse. La tercera fase es la reintegración volumétrica, donde se complementan las líneas generales del retablo, dando paso a la fijación de la pintura y a la limpieza para recuperar los tonos originales.
Entre las curiosidades de la restauración de este retablo destaca el descubrimiento de un nincho o cavidad rectangular que estaba tapado por una pintura de baja calidad que representa a Santa Catalina Ricci y que escondía una fornícula policromada de forma rectangular con los laterales y parte superior pintados con escenas de San Isidro Labrador.