El escritor Francisco Umbral obtuvo ayer el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes dotado con quince millones de pesetas. Umbral declaró que concede «mucha importancia» a este galardón, porque «a ciertas alturas de la vida uno necesita estímulos».
El anuncio oficial del ganador lo hizo la ministra de Cultura, Pilar del Castillo, mientras que el presidente del Jurado, el académico Victor García de la Concha, explicó que el galardón fue otorgado por «mayoría» a Umbral. El premio se le concedió porque su obra «cumple con exactitud lo que dictan las bases del concurso», es decir, premiar el «conjunto de una obra que haya contribuido a enriquecer el legado literario hispano», explicó García de la Concha. «Umbral es un creador de lenguaje, difícil de imitar», subrayó el presidente del jurado. El jurado hizo el anuncio oficial sobre el ganador casi dos horas después de la hora prevista, debido a la «calidad» y «cantidad» de escritores postulantes al galardón. «La dificultad, la demora, para la elección no estuvo al final sino en las fases previas de las deliberaciones», explicó García de la Concha.
De formación autodidacta, el escritor y periodista Francisco Umbral, galardonado hoy con el Premio Cervantes, constituye una de las miradas más incisivas y críticas de la sociedad contemporánea, lo que nunca ha restado fuerza al sentimiento y al lirismo que han impregnado su obra. Premio Príncipe de Asturias en 1996 y Nacional de las Letras un año después, Francisco Umbral, autor de más de ochenta libros, nació en Madrid el 11 de mayo de 1935 y pasó su infancia en Valladolid donde, entre los diez y once años, tuvo su único contacto como alumno con un centro de enseñanza, del que fue expulsado, y tres años después comenzó a trabajar como botones de un banco.
Según él mismo ha explicado, desde niño la lectura constituyó el centro de su vida, pues leía todo lo que caía en sus manos: desde las páginas de «El Coyote», de José Mallorquí, hasta las de los principales autores de la Generación del 98 porque la literatura «nos calma la fiebre de la vida». Años después, sintió la vocación de escritor, conoció a Miguel Delibes e inició, a partir de 1958, sus primeros pasos periodísticos. En los sesenta se instaló en Madrid y fue asiduo de las tertulias del Café Gijón.