Quienes hayan seguido el trabajo de Joan Costa en los últimos años, y conozcan sus sensuales esculturas en mármol, quedarán sorprendidos por la exposición que hoy inaugura en la galería Altair. En ella Costa aborda el hierro en su totalidad, un material al que ha trasladado las formas que le son habituales, planos curvos, inclinados, leves hendiduras en el metal.
Pero, especialmente, llamará su atención la titulada «Hoping the rain», una elegante y cálida media elipse de más de tres toneladas de peso que ocupa todo el espacio expositivo, una obra que, al mismo tiempo que se agarra a la tierra, destila calidez y liviandad.
Joan Costa hablaba ayer de que el hierro, a nivel formal, le ofrece posibilidades «físicas que no tiene el mármol porque puedes laminarlo en fundición y da la sensación de que es menos pesado, de que tiene menos masa». El que las formas aparezcan más «ancladas a la tierra» surgen en Joan Costa de manera «intuitiva» porque cuando trabaja también deja que «fluya la espontaneidad».
Costa, que quiere jugar a la «empatía» con el espectador, establecer «una relación entre el objeto y la persona, es un sentimiento de difícil concreción a nivel de palabra». Lo que en realidad pretende este creador es que cuando el espectador se sitúa ante su obra se haga preguntas a sí mismo. «Yo puedo contar una historia pero me interesa más la impresión que puede sentir cada uno delante de la pieza». La fuerza interior que le empuja a crear le ha llevado, en esta ocasión, a «unos estudios de planos que son, tal vez, más arquitectónicos, menos corpóreos que en el mármol», finaliza.