La calle Verí se convirtió ayer en escenario para una sabia combinación de arte y lujo, que no ostentación, muy acorde con este enclave de la Palma comercial donde la plástica contemporánea comparte suelo urbano con la haute coture.
La galería Pelaires inauguró una exposición de Alexander Calder en la que se pueden contemplar algunos de sus ingeniosos y mágicos móviles y stábiles, piezas que Pep Pinya ha reunido con la colaboración de coleccionistas privados, galerías extranjeras y la familia Miró.
Joan Guaita reunió a sus invitados en torno a las últimas telas de Rafael Mahdavi, lienzos de gran fuerza poética en los que el artista revela su interior con sutileza y su oficio con claridad meridiana. El otoño llama al ánimo discreto y Verí estuvo menos bulliciosa que en las inauguraciones veraniegas. Pero por allí pasaron artistas, coleccionistas y amantes del arte. Una cita a la que no faltaron los toques gucci y prada, los mules de rabiosa actualidad en los pies de las damas, las conversaciones políglotas y el cava, que animó los besos y saludos en una noche tan cosmopolita con si hubiera transcurrido en niuyork.