La soprano estadounidense Barbara Hendricks fue galardonada ayer en Oviedo con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2000 al reconocer el jurado su talento artístico y su conducta social, que constituyen «un ejemplo vital de compromiso del arte con la sociedad». En el acta del jurado se destaca que Hendricks ha sabido usar su «prodigiosa voz» en la ópera, el concierto, el jazz y la música popular, y, simultáneamente, hacerse oír en todo el mundo en defensa de los refugiados y en contra de la xenofobia, el antisemitismo y la intolerancia.
Hendricks se impuso por mayoría en la última votación del jurado al pintor y escultor estadounidense Richard Serra, y también fueron finalistas del premio el músico Xavier Montsalvatge, el arquitecto Rafael Moneo y el dramaturgo Albert Boadella, entre las 55 candidaturas.
Barbara Hendricks, nacida en 1954 en la localidad de Stephens (Arkansas) y conocida en Francia como «la voz celestial», se ha distinguido, además de por su calidad artística, por su defensa de los derechos humanos. Los miembros del jurado coincidieron en señalar tras hacer público su fallo que el compromiso social de la intérprete estadounidense complementa su indiscutible mérito artístico.