El chileno Jorge Edwards, un hispanoamericano «universal», comprometido, y que ha cultivado «con maestría» todos los géneros, fue distinguido ayer con el Premio Cervantes 1999, un galardón que contribuirá a difundir una obra que desbroza «como la punta de un iceberg» las conductas humanas.
Estos fueron algunos de los aspectos que llevaron a seleccionar ayer, después de cinco votaciones, a Jorge Edwards como el «Nobel» de las letras españolas, según señalaron al término de las deliberaciones el presidente del jurado, el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, y uno de sus miembros, el escritor peruano Mario Vargas Llosa.
Edwards, uno de los candidatos de la RAE, fue elegido frente a una larga lista de autores entre los que figuraban Francisco Umbral, Alvaro Mutis, Alfredo Bryce Echenique etc. El presidente del jurado alabó la «larga y rica trayectoria de medio siglo de escritura» de Edwards, y la «maestría» con la que ha cultivado todos los géneros. Un hombre al que describió como «intensamente hispanoamericano, muy comprometido con la realidad social y un escritor universal».
Preguntado sobre si este premio podría tener alguna intención de limar asperezas diplomáticas entre España y Chile por el «caso Pinochet», Vargas Llosa aseguró tajantemente: «nunca he encontrado en las deliberaciones del Cervantes un sólo argumento de tipo político, es un premio estrictamente literario. Nadie ha recordado ni siquiera su nacionalidad». El jurado de este premio, dotado con quince millones de pesetas, estuvo compuesto también por el ministro de Educación y Cultura, Mariano Rajoy; por el anterior Premio Cervantes, José Hierro; Camilo José Cela y Arturo Pérez Reverte, entre otros. Edwards dijo ayer que «yo había sonado entre los candidatos a este premio desde el año 92, pero trato de tener una actitud de no agitación y de no ansiedad ante los galardones literarios, porque si no, no se vive tranquilo», confesó el autor de «Persona Non Grata».