El film póstumo de Kubrick, «Eyes Wide Shut», se estrenó ayer en Palma en medio de la expectación y el morbo. Las salas Augusta, Porto Pi, Renoir (en V.O. subtitulada) y Hispania proyectan la esperada película, que cuenta con el aliciente de estar protagonizada por dos guapos de Hollywood: Tom Cruise y Nicole Kidman.
A la primera sesión de la sala Augusta fueron unas 70 personas. Los espectadores salieron del cine casi tres horas después con opiniones muy contrastadas.
La valenciana Susana Puchalt aseguró que «esperaba una cosa más fuerte. El problema es que la película plantea un problema que solo puede escandalizar a la puritana sociedad norteamericana. Una sociedad que se monta unas paranoias increíbles solo para poder pegar un polvo fuera del lecho matrimonial. El tema de la infidelidad sigue siendo un tabú».
Las hermanas Ligia y Ana-Hi Meyer, a quienes gusta mucho ir al cine juntas, salieron mucho más contentas: «la película es muy profunda, va mucho más allá de las escenas de cama. Tiene escenas fuertes, pero las más duras no eran precisamente las eróticas».
El sexagenario matrimonio formado por Sebastià Miralles y Catina Sureda salieron de la proyección cogidos del brazo. La mujer, mucho más habladora que su marido, sentenció: «creía que iba a ver una película de sexo, y la verdad es que no hay mucho. La película no me ha gustado demasiado. Nicole Kidman sale poco y he encontrado a Cruise más pequeño que nunca. Tiene un principio absurdo, aunque la película poco a poco va cogiendo intriga». Joan Ramis salió del cine con menos humor y dijo: «Es una película muy mala, muy pesada y muy larga, con un tema sin ningún interés». Jordi Rosselló fue más benevolente: «Es lenta, pero buena. Con ello quiero decir que una película que sea lenta no debe ser necesariamente mala, como muchos creen».
Benet Mesquida, cinéfilo de pro, salió bastante contento con el film: «He visto todas las películas de Kubrick y esta me ha gustado mucho. No llega al nivel de 'Atraco perfecto', pero es igualmente buena».