El tenor canario Alfredo Kraus falleció ayer en su domicilio de Madrid, a los 72 años, como consecuencia de un cáncer de páncreas que se había agravado en las últimas semanas. Esta enfermedad, que arrastraba desde hacía unos meses, le impidió el pasado mes de julio ver cumplido uno de sus últimos sueños: cantar en el remodelado Teatro Real la ópera «Werther», de Massenet, que fue clave en su carrera.
Alfredo Kraus fue considerado una de las voces más perfectas del bel canto, una voz que pudo ser escuchada en Palma en diversas ocasiones. Una de sus últimas actuaciones en nuestra ciudad tuvo lugar en 1991, cuando interpretó, acompañado de Edelmiro Arnaltes, un variado muestrario de su repertorio, que va de la ópera a la zarzuela, pasando por la canción europea.
Alfredo Kraus vivió al margen de una determinada concepción de entender la música que tuvieron algunos de sus compañeros, aunque siempre matizó que no estaba en contra de que se hicieran estos conciertos, sino la manera en cómo se hacían. El tenor se mostró siempre partidario de la idea que «popularizar la ópera, o la música, o la cultura en general es un peligro, porque se corre el riesgo de vulgarizarla. Lo que hay que buscar es culturalizar a la gente antes de popularizar el arte».
El tenor actuó por última vez en los escenarios el pasado 5 de enero, junto a Montserrat Caballé, Ana María Sánchez, María José Montiel, Montserrat Martí, Angeles Blancas y Carlos Alvarez, en la Gala Lírica organizada por la Sociedad general de Autores y Editores de España (SGAE) con motivo de su centenario.
Kraus, que nació en 1927 en Las Palmas de Gran Canaria, vivió toda su vida entregado a la música. Empezó su formación a los cuatro años, edad en la que comenzó con sus estudios de piano y, a los ocho, entró a formar parte del coro infantil de su colegio Beato Padre Claret. Más tarde, recibió nociones de canto con María Suárez Fiol de León, una gran dama de la ciudad que organizaba reuniones musicales y conciertos benéficos.