Zaragoza reconoce la "vocación y entrega" de las Hijas de la Caridad en sus 154 años al frente de la Casa Amparo

La alcaldesa, Natalia Chueca, junto a las Hijas de la Caridad, bajo la placa conmemorativa instalada en el recibidor de la Casa

La alcaldesa, Natalia Chueca, junto a las Hijas de la Caridad, bajo la placa conmemorativa instalada en el recibidor de la Casa Amparo | Foto: DANIEL MARCOS

| Zaragoza |

El Ayuntamiento de Zaragoza ha rendido hoy homenaje a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que durante 154 años han prestado servicios de cuidados y labores sociosanitarias en la residencia municipal Casa Amparo.

La alcaldesa Natalia Chueca ha presidido el acto de reconocimiento, en el que ha destacado su dedicación ejemplar para ayudar a las personas vulnerables, así como «su vocación y entrega que, sin duda, es una seña de identidad de las Hijas de la Caridad».

«Zaragoza se siente muy orgullosa de su Casa de Amparo, de sus 154 años», ha apuntado Chueca, para añadir que si la capital aragonesa es «una ciudad solidaria, noble, que se entrega a sus ciudadanos, es porque tenemos espacios como la Casa de Amparo que, sin duda, nació para entregarse, para cuidar a las personas que lo necesitaban».

La regidora ha señalado la Casa Amparo como «un emblema» de la ciudad y ha reivindicado la necesidad de «cuidar a nuestras personas mayores, a las personas vulnerables y acompañarlas».

Han intervenido también en el homenaje la consejera municipal de Políticas Sociales del Ayuntamiento, Marian Orós; uno de los residentes de la Casa Amparo, Jesús Andreu; la visitadora de las Hijas de la Caridad, María Isabel Vergara; y la superiora de la comunidad, Ascensión Villacampa.

Por su parte, Jesús Andreu se ha dirigido a las hermanas: «Esto no es una despedida, es un hasta luego». El residente ha expresado su agradecimiento a las Hijas de la Caridad por «lo que nos han cuidado a todos durante todos estos años, por darnos todo lo que nos hacía falta en momentos duros, por visitarnos en el hospital cuando ha sido necesario y por darnos fuerza, amor y consuelo en nuestras tribulaciones».

Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl han estado ligadas al cuidado de las personas mayores residentes en la Casa Amparo desde su inauguración el 5 de marzo de 1871. Durante estos 154 años de servicio, unas 200 hermanas han pasado por la Casa Amparo, con hasta 35 de ellas en activo durante algunas etapas.

Con el paso del tiempo, estas labores han ido evolucionando y profesionalizándose, por lo que, en la actualidad, se llevan a cabo por parte de personal sanitario especializado y multidisciplinar.

A pesar de ello, las hermanas han seguido presentes en la vida de la residencia, prestando su ayuda a quienes lo necesitan, hasta el día de hoy. Las tres últimas, de avanzada edad, se han despedido de la Casa entre numerosas muestras de cariño y gratitud.

Historia y presente de la casa amparo

La Casa Amparo, originalmente, fue concebida para separar a las personas mayores de otros colectivos más jóvenes alojados en la Real Casa de Misericordia. Las Hijas de la Caridad fueron encargadas de administrar y dirigir la institución, con el objetivo de atender las necesidades de las personas mayores vulnerables y erradicar la mendicidad en Zaragoza.

Durante estos 154 años, la comunidad se ha dedicado al servicio de las necesidades que han ido surgiendo, desde atención a la tercera edad hasta, en algunos periodos, la educación de niñas. A lo largo de la historia de la Casa Amparo, las Hijas de la Caridad han continuado con esta misión, adaptándose a las necesidades de cada época y trabajando en colaboración con un amplio equipo de profesionales, voluntarios y colaboradores.

«Gracias por convertir esta casa en un hogar, que también yo creo que es una de las esencias que habéis dejado en estos muros las Hijas de la Caridad. Aunque es un día triste, y eso es inevitable, también es un día para daros las gracias y para deciros que siempre estaréis presentes aquí», ha expresado Marian Orós.

«Hoy, las tres hermanas cerramos una etapa de 154 años en la que otras Hijas de la Caridad nos precedieron y también fueron muy felices, trabajando mucho por todos ellos», ha afirmado la superiora de la comunidad, Ascensión Villacampa, que ha reconocido: «Nos cuesta dejaros, decir adiós a todos, pero os recordaremos y deseamos que viváis aquí, en esta Casa Amparo, en paz, con alegría y esperanza».

La visitadora de las Hijas de la Caridad, María Isabel Vergara, ha recordado a las hermanas que han prestado servicio en la Casa Amparo a lo largo de los 154 años de actividad, «poniendo en juego lo mejor de sí, movidas por una vocación que les llamaba a ver en el rostro de las niñas y los ancianos al mismo Cristo, al que debían servir con humildad y sencillez».

Vergara ha rememorado que las instalaciones han llegado a albergar a 400 residentes y 70 niñas, mientras que el número de hermanas al servicio de la Casa Amparo ha alcanzado las 30. Sin embargo, «en estos últimos años, por las circunstancias y por la falta de relevo, ha quedado una pequeña comunidad que, aún con limitaciones físicas y de la edad, no han dejado de servir a los ancianos en el plano espiritual, en la escucha y en servicios de acompañamiento en la enfermedad».

En su intervención, la visitadora ha lamentado: «En un mundo donde la rapidez, la productividad, la utilidad y la juventud parecen ser los valores dominantes, los ancianos, a menudo, se ven relegados al silencio, a la soledad, a ocupar un rincón invisible de la sociedad, al descarte».

En este contexto, «para nosotras --Hijas de la Caridad--, cada persona mayor es un tesoro de vida, una historia sagrada que merece ser escuchada, mirada a los ojos, valorada y acompañada hasta el final de su vida con dignidad, respeto y amor».

«Nos vamos con la seguridad de que la obra emprendida hace ya tantos años seguirá ofreciendo el mejor servicio a nuestros mayores», ha finalizado María Isabel Vergara.

Residencia municipal

Hoy en día, la Casa Amparo es una residencia municipal del Ayuntamiento de Zaragoza dotada de 156 plazas para la asistencia integral y continuada de personas mayores que no pueden satisfacer estas necesidades por otros medios.

Los residentes son cuidados por enfermeras y otros profesionales sanitarios, hasta ahora, contando con las labores de acompañamiento realizadas voluntariamente por las religiosas de la Congregación de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Al término del acto, la alcaldesa de Zaragoza ha descubierto una placa conmemorativa en el recibidor del edificio.

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