Cerca de mil personas han revivido este sábado en la Plaza Mayor de Aínsa la mítica batalla de La Morisma en su 1.300 aniversario. Moros y cristianos se aliaron esta vez para vencer a la temida lluvia que complicó durante la mañana las tareas de montaje de los decorados pero que finalmente respetó buena parte la representación hasta su aparición a veinte minutos del final, en un cierre improvisado justo tras la victoria de las tropas cristianas.
«Teníamos claro que aplazaríamos la decisión de continuar o suspender hasta el último momento», explicaba la presidenta de la Asociación Cultural La Morisma, Isabel Bergua antes del inicio.
«Son muchos meses de preparativos con 500 actores y figurantes, algunos de ellos nuevos, 150 voluntarios, músicos, personal técnico, y, en definitiva, toda una red logística que permite que una representación popular de estas características pueda realizarse adecuadamente. El esfuerzo bien merece confiar, y por suerte esa confianza ha tenido su recompensa».
Así pues, con todas las entradas vendidas y la emoción y el apego a las tradiciones por bandera, las luces, la música y los vecinos y vecinas sobrarbenses que participan de la representación hacían brillar la edición más especial de cuantas se recuerdan.
Este año se rememoran los 1.300 años de una batalla que supuso la reconquista de un territorio y el germen que dio lugar a la creación del Reino de Aragón.
Las sorpresas no se han hecho esperar, apareciendo en escena las nuevas reinas mora y cristiana, Martina Santos y Elena Buetas respectivamente, Guillén Palacín en el papel de Pecado, Javi Marín como Mauran, y los jovencísimos Álex Buetas y Samuel Sanz como monaguillos del sacristán más divertido.
También se han estrenado Marco Gastón y Fabián Campoy como chusma y Marco Fantova interpretando un nuevo dicho. «La tradición está muy arraigada y tiene un largo recorrido por delante gracias a la incorporación de jóvenes, que lo están viviendo con la misma intensidad y responsabilidad que sus antecesores», ha comentado satisfecho el alcalde, Enrique Pueyo.
Como momento cumbre de la noche cabe destacar la aparición del dragón Pentafuria, que se incorporaba al elenco en la edición de 2022 dejándose ver a través de una de las ventanas del Ayuntamiento.
Este año, además, ha impregnado el ambiente de humo en el fragor de la batalla, dándole un punto extra de epicidad a la escena. No obstante, sigue siendo protagonista la escena en la que una cruz de fuego aparece sobre una carrasca, motivo por el cual, dice la leyenda, el bando cristiano ganó en la lucha por la reconquista de Aínsa.
La lluvia traicionera del final ha impedido la celebración del emotivo acto en el que estaba previsto otorgar la Real Orden de Caballero de La Morisma, la máxima distinción que otorga esta fiesta, al artista altoaragonés José María Lacoma, quien fuera director artístico de la obra en los ochenta y noventa.
«Gracias a su ayuda, y dado que él venía del mundo del espectáculo, La Morisma ganó en agilidad, con un carácter más teatralizado. Es una suerte contar con personas de tanto talento para seguir aprendiendo y mejorando una representación que evoluciona de año en año», destacaba la presidenta de la Asociación Cultural La Morisma.
Aínsa, un viaje a la edad media
Aunque el acto central del fin de semana es la propia representación de La Morisma, el pueblo viene ofreciendo un compendio de actividades para todos los públicos desde el pasado viernes, que finalizan este domingo a última hora de la tarde.
Mercadillo medieval, pasacalles, talleres, exhibiciones de material y recreaciones de diversa índole se suceden con gran afluencia de público para despedir el mes de agosto por todo lo alto.
La Morisma ha vuelto a salir adelante en esta edición con el apoyo de la Comarca de Sobrarbe, la Diputación Provincial de Huesca y el Gobierno de Aragón.
En 2020 cumplió cincuenta años de representación en su época moderna, aunque a causa de la pandemia hubo de posponerse hasta 2022. Aquel año se entregó la Real Orden de La Morisma a José Garzón y José Manuel Murillo por su tesón para rescatar este drama histórico del que se tiene constancia desde el año 1676.
«Solo nos queda, desde el Ayuntamiento, dar la enhorabuena a todas las personas implicadas por el esfuerzo tan grande que sabemos que realizan y por el resultado, que ha sido una auténtica maravilla», ha concluido el alcalde Pueyo.
«Esta fiesta sigue siendo nuestra seña de identidad por excelencia. Somos afortunados, además, de poderla mostrar en nuestra Plaza Mayor y ante un público que llega no solamente de todo Aragón, sino desde distintas partes de España y del mundo en la recta final de la temporada veraniega», ha añadido, ensalzando al mismo tiempo el tejido asociativo existente en el territorio, «el auténtico impulso para que acontecimientos como éste, o como la Expoferia que celebramos el próximo fin de semana, se desarrollen con incuestionable éxito».