Jóvenes profesionales y personas sin hogar convivirán juntos en un piso compartido que la Fundación Lázaro quiere construir en el municipio gaditano de El Puerto de Santa María, buscando con ello el fomentar la inserción social de estas personas que tienen que vivir en la calle, además de crear vínculos entre todos ellos con la mira puesta en que puedan sacar adelante sus «proyectos de vida».
Damien Labrunie, responsable de este proyecto en El Puerto, ha explicado a Europa Press que en estos momentos se está trabajando para poner en marcha «de forma provisional» uno de estos pisos compartidos con la ayuda de una agrupación parroquial y así iniciar lo que se propuso hace dos años junto a otras personas al descubrir el trabajo que ya realiza la Fundación Lázaro en Madrid y Barcelona.
La dinámica de este proyecto se basa en hacer que jóvenes de entre 25 y 35 años compartan piso con personas sin hogar y que juntos desarrollen lazos de compañerismo y convivencia, promoviendo el papel social que defiende la Fundación de «construir la amistad y la confianza entre personas que de otro modo nunca se hubieran conocido».
Al igual que ya ocurre en Madrid y Barcelona, donde hay pisos compartidos para hombres y para mujeres en un mismo edificio, en El Puerto se trabaja para implantar esta misma iniciativa, dando solución de habitabilidad a jóvenes y a personas sin hogar.
Damien Labrunie ha incidido en que en este municipio gaditano hay «mucha problemática» con la vivienda al ser «una zona costera» por lo que este hogar de Lázaro puede ser «un beneficio para todos», al facilitar un techo a jóvenes que buscan donde vivir y a personas que pasan su vida en la calle. Así, este proyecto tiene un papel social importante al permitir a personas que han estado en la calle «reinsertarse y reorganizar su vida y perseguir un objetivo personal», pero también un «beneficio» para esos jóvenes que tienen problemas para encontrar una vivienda.
El acceso a estos pisos compartidos es trabajo de Fundación Lázaro, que, en contacto permanente con trabajadores sociales de las localidades donde están implantados, entrevistan a posibles beneficiarios entre las personas sin hogar. La otra mitad de los inquilinos, son jóvenes voluntarios de esta entidad que aceptan las condiciones económicas y sociales que se establecen, ya que además de pagar la habitación en la que residirán con precios adaptados a las circunstancias personales de cada uno, también tienen que desarrollar una parte social con sus nuevos compañeros de piso, ya que no sólo viven ahí sino que también tienen que desarrollar una convivencia con el resto de inquilinos como puede darse en cualquier otro piso de estas características.
Además, como ha explicado la fundación, quienes conviven en una de estas viviendas deben realizar cada semana una «cena fraternal» obligatoria en la que hablar y comentar sobre problemas en la convivencia en caso de que las hubiera o sobre cuestiones que quieran poner sobre la mesa.
"comida de la amistad" en el puerto
En El Puerto, donde la construcción de estos pisos compartidos es un proyecto «a medio plazo», han comenzado por hacer «una comida de la amistad» los primeros sábados de cada mes entre voluntarios y personas sin hogar para ir estableciendo lazos entre ellos y afianzarlos de cara a una futura convivencia, una actividad que realizan desde hace cuatro meses y que acompañan con visitas, excusiones u otros eventos que fomenten este compañerismo.
«Es un rato entre amigos y se invita a personas que están en situación de calle para que vengan y lo disfruten como cualquiera de nosotros», ha contado a Labrunie, quien ha añadido que «no se trata de resolver en un momento la vida de nadie, sino más bien compartir un rato, estar juntos y socializar entre iguales, con todo el respeto que se debe a cualquier persona».
El responsable de la fundación en El Puerto ha asegurado que este es uno de los objetivos de Lázaro, el «acercar la dignidad de las personas sin hogar al público en general» y «darte cuenta de que por no tener casa no va a cambiar nada para poder disfrutar de un rato juntos o incluso convivir en un piso».
El siguiente paso, previo a tener un edificio propio de la fundación, es establecerse en un piso compartido para seis hombres --tres jóvenes y tres personas sin hogar-- ya construido con ayuda de una asociación parroquial. Damien Labrunie ha confiado en que «en 2025» puedan ya acoger a los primeros beneficiarios en esta vivienda provisional ya que «hay muy buenas voluntades y todo el mundo está por la labor».
Pensando en el medio plazo está en el horizonte la construcción del edificio en el que se montarían estos pisos compartidos para hombres y para mujeres, y que dependen ya de otros muchos factores, sobre todo económicos, con la búsqueda de fondos y donativos para poder financiar esta obra, además de acordar con el Ayuntamiento de El Puerto la adquisición del terreno en el que se ubicaría este inmueble.