El Legado Andalusí acoge desde este miércoles en su sede del Corral del Carbón de Granada la exposición 'Joyería amazig. Identidad de los pueblos beréberes' que han inaugurado el viceconsejero de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Víctor González, y la alcaldesa de Granada, Marifrán Carazo, y que cuenta con alrededor de 200 joyas procedentes de Libia, de Túnez, de Argelia o de Marruecos.
El viceconsejero ha destacado que esta exposición «nos permite entender la cultura y la historia y los valores de una sociedad, sin lugar a dudas, única. Estamos hablando de una colección de unas 190 piezas de joyas cuyo propietario ha reunido a largo de décadas».
Desde diademas, colgantes, pendientes, collares, los visitantes podrán contemplar un sinfín de joyas en diferentes formatos, según ha informado la Junta en una nota de prensa tras la inauguración de la muestra, que va acompaña de un catálogo de más de 300 páginas.
Este catálogo «incluye estudios y una presentación individualizada de cada una de las piezas que se exponen con la finalidad de dar a conocer esta interesante colección a la ciudadanía», ha detallado Víctor González.
Por su parte, la alcaldesa ha declarado que «Granada es muy rica en cultura, historia y tradición, y aquí tenemos una muestra de ello. Siempre apostamos por promover eventos que sumen más actividades culturales».
Asimismo, ha destacado que «el Mediterráneo nos une y da una personalidad única, que en muestras como esta se ve reflejada. Debemos fortalecer los lazos entre todos y es desde la cultura donde se da el mejor espacio para conocernos».
«Esta exposición nos presenta casi dos centenares de piezas fascinantes de joyería amazig, coleccionadas por el diplomático español Jorge Dezcallar de Mazarredo», ha concluido Carazo.
A la inauguración han asistido también el delegado del Gobierno andaluz en Granada, Antonio Granados, la directora de la Fundación El Legado Andalusí, Concha de Santa Ana, y el dueño de la colección, Jorge Dezcallar de Mazarredo.
Esta exposición gira sobre una de las principales señas de identidad de los pueblos amaziges: la joyería. Comúnmente denominados beréberes, habitan desde tiempos inmemoriales en la orilla sur del Mediterráneo, en todo el Magreb. Su extensión se ha delimitado entre el oasis de Siwa, en Egipto, al este, y el Océano Atlántico al occidente y entre la costa mediterránea al norte y el desierto del Sáhara y la cuenca del Níger al sur.
En esta exposición sobre joyería amazig se muestra una excelente y única colección, reunida por el diplomático español Jorge Dezcallar de Mazarredo. Durante largos años, y visitando muy variados lugares de toda la geografía amazig ha atesorado alrededor de 200 joyas que pueden contemplarse en la exposición, procedentes de Libia, de Túnez, de Argelia, de Marruecos (del Rif, el Atlas o los oasis presaharianos.
Están representadas todo tipo de joyas: diademas, bandas frontales, pendientes, colgantes, collares, pectorales, pulseras, amuletos o fíbulas, «que transportan a quien las visita a un mundo que puede resultar desconocido, pese a la proximidad a la que se encuentra», han detallado desde la Junta.
La exposición se completa con una serie de nueve obras realizadas por el pintor granadino Jesús Conde, en la que recrea diferentes elementos de joyería amazig, así como por alguna pieza textil, procedente de una galería de alfombras beréberes ubicada en Granada.
Los beréberes son pueblos que siempre de uno u otro modo han mantenido contactos con los habitantes de la península ibérica. Estos contactos fueron especialmente intensos durante el período andalusí. En Granada, el componente amazig fue particularmente importante por ejemplo durante el siglo XI.
Era el momento en el que una dinastía beréber, procedente de la actual Argelia, los ziríes, gobernaron el Reino Taifa de Granada, trasladando su capital de Madinat Ilbira a la actual ciudad de la Alhambra, y dotándola de numerosas estructuras que aún hoy pueden observarse.
Uno de los elementos más visibles de estos pueblos es la joyería. Sus principales portadoras son las mujeres, que las lucen no solo en momentos especiales de sus vidas, sino también de manera habitual en sus labores cotidianas, adquiriendo las joyas numerosas funciones: además de adornar, tienen una utilidad práctica en cuanto que sus vestidos tradicionales carecen de botones u otros broches.
Así, ofrecen información sobre la identidad de quien las porta, tienen un valor protector (alejan el mal y atraen el bien), y también son un modo de invertir los ahorros, de manera que pueden venderse en momentos de necesidad.