Vecinos que han perdido sus casas en el incendio que arrasó el pasado jueves dos edificios de un complejo residencial en el barrio valenciano de Campanar han explicado cómo se encuentran una semana después, en el entorno de los inmuebles siniestrados y a la espera de que los bomberos les faciliten las pertenencias que se hayan podido recuperar de sus viviendas, para lo que les van citando.
«Los psicólogos nos han dicho que es muy importante que hagamos piña», ha detallado Belén Lilienthal, una residente que vio desde su casa de Dénia cómo se le quemaba el piso a través de las cámaras de seguridad que tenía instaladas. Karla Ahumada, una chilena que llevaba apenas cuatro días en València, en casa de su novio, ha perdido unos 10.000 euros en joyas y cosas materiales mientras que Alexandra, bielorrusa, un año y siete meses residiendo en la ciudad, no pudo entrar a rescatar a su perra.
«Es muy difícil, era muy difícil», ha indicado a los medios de comunicación, a los que ha asegurado: «Es culpa del edificio, no es culpa de bomberos; me parece que ellos no podían hacer nada en este caso», ha dicho entre lágrimas Alexandra, que salió ese día de casa a las 17.10 minutos a un cumpleaños con su hijo, mientras que su marido estaba con su hija en un entrenamiento. Escasos minutos después se desató el incendio. Cuando llegó tras ser avisada, a las 17.55, ya no se podía acceder.
Karla, por su parte, se lamenta de que en su piso no se ha podido rescatar «absolutamente nada». «Un bombero fue al piso a ver y nos mostraron un video y está todo hecho polvo; polvo, polvo, por todas partes», ha dicho, y ha explicado que aún tenía la esperanza de recuperar algo aunque fuera «pequeño».
Alexandra explica que en su caso solo han recuperado algunos objetos de su dormitorio y algo del salón. Habitualmente la familia tenía allí la documentación, pero la habían trasladado toda al cuarto de los niños porque esperaban la visita de unos amigos para pasar unos días. Y de ahí no se ha podido salvar nada. Ni siquiera han localizado el cuerpo de su mascota de su piso, la puerta 33 en la cuarta planta.
«Ahora también tenemos muchos problemas con los documentos porque somos bielorrusos», ha indicado Alexandra, que se traslada a Safranar, a una nueva casa en la que «hay todo para vivir» pero, lamenta, «no nos devuelven nuestra vida pasada».
Belén Lilienthal llegó a València el viernes por la mañana desde su casa de Dénia después de ver a través de las cámaras de seguridad cómo se quemaba su piso --la puerta 41 de un cuarto piso-- hasta que se cortó el suministro eléctrico. «Poco a poco estamos asimilándolo», dice, aunque añade que tiene ayuda médica. Lilienthal ha agradecido el apoyo de las autoridades, del Ayuntamiento y la ayuda de los vecinos. También agradece el trato de las aseguradoras, ya que algunos afectados han cobrado el contenido de las viviendas.
Que acabe la pesadilla
«Quiero agradecer que todos ellos se estén volcando y solo esperamos que esta pesadilla acabe», ha afirmado, y ha admitido que le está sirviendo de mucha ayuda el hecho de que «hacemos todos una piña». «Es que no éramos solo vecinos, éramos vecinos y amigos, como aquella pareja, como mi vecina de enfrente, que ha perdido su perrita, y, sobre todo, las personas que han fallecido, que también conocíamos muy bien», ha explicado, y asegura que este mismo jueves asistirá a uno de los funerales.
A la espera de lo que los bomberos puedan recuperar de su casa, reconoce que «pinta mal», pero estaba confiada en recuperar alguna joya de su madre. Preguntada por dónde saca fuerzas para superarlo, afirma que de «estar junto a mis vecinos-amigos». «En ellos es donde yo me agarro muy fuerte», ha indicado, y ha subrayado que ella no quería el piso de Safranar porque dispone de segunda residencia, pero «los psicólogos nos dijeron que es muy importante que hagamos piña, que estemos juntos todos» en las nuevas casas.
«Cuando he ido a Safranar y he visto a mis vecinos, ahí me agarro. Ahí me agarro a estar con ellos muy juntitos», ha recalcado, si bien admite que «hay gente que lo lleva de diferente manera» pero, en todo caso, «esto es terrible», concluye.