El presunto yihadista detenido el pasado noviembre en Níjar (Almería) poseía «una gran cantidad de contactos de índole radical» en «varias» de sus redes sociales, y «amistades» que, según la investigación, «podrían tratarse de miembros directos en zona de conflicto» de la «organización terrorista Daesh».
El hombre, de 46 años, era cliente de una aplicación, alternativa de comunicación «mucho más segura y privada que otra más conocida, a través de la que hizo envíos masivos de más de 100 archivos, »gran parte borrados«, bajo el »nombre« de 'Cánticos Yihadistas', y se le intervino un dispositivo USB con archivos »cifrados« que »alaban y fomentan la Yihad".
Así se recoge en las actuaciones, en las que se indica que, de acuerdo a las escuchas telefónicas, la monitorización de sus redes sociales y los hallazgos en su domicilio, y «sus propios movimientos», se desprende que se encontraba inmerso en un proceso iniciado «de manera voluntaria y sostenido en el tiempo» de radicalización, «con la posibilidad siempre en el horizonte --remarcan-- de poder llegar a conducirle a la ejecución de una acción violenta».
Precisan que la Policía Nacional pudo «confirmar parcialmente» su «hipótesis» de que se encontraba manteniendo «conversaciones de índole privado» con «miembros directos de Daesh» tras el análisis «parcial» de su teléfono móvil, si bien «no» ha sido «posible» por las grandes medidas de seguridad que adoptó, «acceder al contenido».
El investigado, quien continúa en prisión provisional como presunto autor de un delito de adoctrinamiento yihadista, tanto activo como pasivo, por auto de la Audiencia Nacional consultado por Europa Press, fue localizado en un «patrullaje virtual» efectuado en 2022 por la Brigada Provincial de Información de Santa Cruz de Tenerife de manera conjunta con la Comisaría General de Información.
En el seguimiento de los grupos en aplicaciones de mensajería instantánea considerados como «centros de reclutamientos virtuales», los agentes localizaron a este vecino de Níjar en un total de 14, todos de «temática radical yihadista», y en los que se «difunden links, videos e imágenes con un alto contenido de violencia explícita del Daesh».
Su presencia en estos grupos, según las actuaciones, no era «solo pasiva, observando y teniendo acceso a todo el contenido que se comparte, si no también activa». Asimismo, detallan que se detectaron dos chats «borrados» con dos extranjeros que en su foto de perfil, «al menos uno de ellos», tenía la imagen en el perfil «de un portavoz del brazo armado de Hamás» y una conversación cuyo contenido ha sido «imposible» de conocer «en una red social con una mujer que estaría ubicada en un campo de refugiados sirio».
El presunto yihadsta mantenía «muy activas» las medidas de seguridad en su dispositivo y él mismo se encargo presuntamente del borrado «parcial o completo», aunque también existe registro de una conversación con un usuario al que envía un gran número de archivos, más de un centenar.
En los registros se le encontró, asimismo, un dispositivo USB con archivos «cifrados» cuya seguridad se pudo romper en siete de ellos y e los que «en mayor o menor medida» se «alaban y fomentan la yihad, los mártires caídos en combate y al Estado Islámico». Este y otros cuatro 'pendrive' fueron localizados «ocultos» bajo el asiento delantero de su vehículo, «tras un cajón» y todos tenían «un amplio contenido yihadista en su interior».
Para la Fiscalía, las publicaciones y la actividad obtenida de las diferentes redes sociales del investigado «son el reflejo de un proceso de autoadoctrinamiento, y de capacitación» mediante el uso «del material distribuido por Daesh a través de Internet, que aglutina imágenes de temática claramente yihadista, y de las que ha hecho acopio de manera continuada».
Mantiene para su imputación que, si bien el detenido quiere darle «un matiz exclusivamente religioso» a su comportamiento, los datos aportados «pueden implicar una actitud que va más allá de la simple creencia religiosa, lo que no sería objeto de infracción criminal», según concluye.