El Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV) trabaja en la utilización de tecnologías de registro no invasivas y sin contacto para la determinación de variables fisiológicas que permiten determinar el estrés, según ha informado el centro en un comunicado.
Al respecto, señalan que los trastornos mentales se han convertido en un problema de salud pública. Aspectos como la dificultad en su diagnóstico, el alto porcentaje de recaídas y la falta de programas de detección, monitorización y seguimiento de patologías concretas dificultan sus posibles soluciones.
Entre estos trastornos se encuentran los relacionados con factores de estrés, cada vez más frecuentes entre la población y que, a su vez, son factor de riesgo y comparten ciertos aspectos biofisiológicos con trastornos mentales tan prevalentes como la ansiedad.
En este contexto, la evolución de la tecnología abre nuevas posibilidades para la mejora de la monitorización de variables fisiológicas que permitan detectar y hacer el seguimiento de este tipo de trastornos, en aquellas situaciones donde los métodos tradicionales de medición y diagnóstico, que generalmente se basan en metodologías subjetivas y experto-dependientes, no son suficientes.
Para abordarlo, el Instituto de Biomecánica (IBV) está trabajando en el proyecto SOLFIS, financiado por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE) y por la Unión Europea, donde una de sus líneas de investigación se centra en el desarrollo de estas tecnologías de detección de señales fisiológicas, no invasivas y sin contacto, para determinar el estrés.
En ese sentido, el director de innovación del área de Salud en el IBV, David Garrido, ha explicado que "el uso de tecnologías no invasivas y sin contacto permite la monitorización en situaciones en las que los métodos tradicionales no se pueden aplicar, como por ejemplo en la monitorización del estrés en la población infantil para su prevención o la monitorización ágil en deportistas. También resulta de interés el uso de estas tecnologías en la supervisión continua de constantes vitales 24/7 de pacientes que requieren una supervisión exhaustiva.
En esta investigación, el IBV ha llevado a cabo diferentes pruebas de laboratorio con sujetos a los que se les ha inducido estrés físico y emocional, y se han monitorizado, mediante métodos tradicionales, variables relacionadas con el nivel de estrés de la persona como el nivel de cortisol, EEG y escalas subjetivas, y, a su vez, se han determinado, mediante tecnología sin contacto desarrollada por el IBV con cámaras RGB y NIR, parámetros fisiológicos relacionados con la variabilidad del ritmo cardiaco, directamente relacionada con la actividad del sistema nervioso simpático y parasimpático.
Según apunta Garrido, «en los test realizados se han obtenido correlaciones muy altas entre los parámetros monitorizados con los métodos tradicionales y los determinados mediante el uso de tecnologías de registro de señales, destacando la tecnología sin contacto desarrollada, en distancias de hasta 2 metros del sujeto e incluso en condiciones nocturnas, sin luz visible».
Las investigaciones realizadas han conllevado la puesta a punto de algoritmos específicos de procesado de señal basados en imagen, así como modelos de interpretación de estas señales y nuevos algoritmos para la obtención e interpretación de otras variables fisiológicas como la electroencefalografía.
Un sinfín de aplicaciones
Los resultados de Solfis son aplicables en múltiples ámbitos, entre ellos el asistencial, donde hay una población elevada de personas con trastornos de salud mental o estados de deterioro cognitivo que impiden comunicar de forma eficaz las sensaciones de disconfort o estrés agudo.
Según David Garrido, «en los estados de deterioro cognitivo la evaluación del nivel de estrés de forma automática y no invasiva supone un avance para la mejora de la calidad de vida de estas personas. Esto permitiría interpretar los afectos humanos como la estimación del estrés cognitivo, el reconocimiento de emociones o el reconocimiento del dolor».