Andalucía tendrá un otoño «cálido y más lluvioso de lo normal» que servirá para aliviar en cierta medida la prolongada situación de sequía actual tras «el año agrícola más cálido y el quinto más seco desde 1961», según los datos presentados este viernes en la Subdelegación del Gobierno en Sevilla por el delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Andalucía, Juan de Dios del Pino.
En rueda de prensa, Del Pino ha asegurado que las predicciones de la Aemet para la estación otoñal (septiembre a novimbre) indican que será «más lluviosa de lo normal, con una probabilidad del 50%», que se eleva hasta el 80% de opciones de que sea «normal o más lluviosa de lo normal desde el punto de vista pluviométrico», considerándose como normal una media comprendida entre 136,6 y 215,7 litros por metro cuadrado.
No obstante estas previsiones, el delegado ha querido ser cauto y ha afirmado que «no podemos decir que hay un cambio de tendencia» por mucho que el verano «haya sido también más húmedo de lo normal» y no confía mucho en que las lluvias otoñales puedan paliar la sequía y llenar los pantanos andaluces: «Acabar con la sequía requiere de un periodo más amplio, pero sí es posible que dejemos de estar agonizando en cuanto al agua embalsada», ha dicho Del Pino.
En cuanto a los pronósticos de temperatura, se espera un otoño «más cálido de lo normal, con una probabilidad del 60%», entendiéndose como una temperatura media normal la comprendida entre 16.8 y 17.7 grados.
Unos datos «esperanzadores», ya que la comunidad ha registrado el mes de agosto, el verano y el año agrícola (1 de septiembre de 2022 a 31 de agosto de 2023) «más calurosos desde 1961». Las anomalías de estos periodos con respecto a la media del periodo 1991-2020 han sido de +2.0, +1.6 y +1.8 grados centígrados, respectivamente; y suben a +2.9, +2.6 y +2.4 grados en relación con un clima pasado (1961-1990). «Este incremento en 30 años de aproximadamente un grado es coherente con el cambio climático», ha advertido Del Pino.
Por otro lado, cuatro (octubre, diciembre, abril y agosto) de los doce meses del año agrícola 2022-23 en Andalucía han sido los más cálidos desde 1961 y otros tres (noviembre, marzo y julio) están entre los cuatro más cálidos. «No es normal tantos meses con temperaturas de récord», ha asegurado el delegado territorial de la Aemet. Además, durante 68 días consecutivos (entre el 6 de marzo y el 12 de mayo) las temperaturas medias han estado por encima de la media del periodo de referencia 1991-2020.
Durante el verano de 2023 ha habido cinco olas de calor en la península ibérica y Baleares, de las que las dos últimas han sido más largas e intensas. En la del 6 a 13 de agosto (ocho días) se registró en el aeropuerto de Córdoba una temperatura máxima de 45.0 grados el 10 de agosto y en el de Granada, 44.3 grados el 9 de agosto, temperaturas superadas eso sí por los 46.8 grados de Valencia también el día 10.
En Sevilla se han registrado 50 noches tropicales (las temperaturas no bajan de los 20ºC), siendo 34 la media desde 1961; y en Málaga se han registrado 77, siendo 48 la media.
El año agrícola 2022-23 ha sido el quinto más seco desde 1961 en Andalucía, sólo superado por 1998-99, 2004-05, 1994-95 y 2011-12. Ha sido muy seco en todas las provincias andaluzas, excepto en Almería que ha sido seco. La precipitación media del reciente año agrícola ha sido de 355,6 litros por metro cuadrado, lo que supone un déficit del 36,98% del valor medio del periodo de referencia (1991 a 2020). Este año se suma a una serie de diez años deficitarios, excepto el 2017-2018, en el que la precipitación fue ligeramente superior a la media.
La mayor parte (el 57,5%) de las precipitaciones del año agrícola 2022-23 se han recogido en dos episodios: el primero en diciembre pasado coincidiendo con una borrasca atlántica que trajo una masa de aire cálida y húmeda de origen subtropical, en ocasiones del Caribe y por tanto con precipitaciones de intensidad débil y moderada y de distribución homogénea llegando a buena parte de las comarcas andaluzas; y el segundo episodio entre mayo y junio de 2023 correspondiente con una sucesión de varias Depresiones Aisladas en Niveles Altos (DANA) y por tanto en ocasiones intensas e irregularmente distribuidas. Así, sólo en los meses de diciembre, mayo y junio las precipitaciones han sido superiores a la media de cada mes (1991-2020).
«Han disminuido las borrascas atlánticas propias del invierno y han aumentado las lluvias otoñales y sobre todo primaverales» debidas a DANA, que han «salvado los muebles», si bien «el agua cae de forma torrencial y no cae igual en todos los sitios, es como la lotería», ha lamentado el responsable de la Aemet. De este modo, los inviernos han pasado de aportar el 38,8% de la precipitación de un año agrícola al 30,7%, mientras que las primaveras han subido del 26,8% al 35,1%.