La mayor colección privada de cuadros de Joaquín Sorolla, propiedad de la Corporación Masaveu, se ha instalado en el Museo de Bellas Artes de València en una exposición de formato singular «capaz de contar toda la trayectoria de Sorolla» y la intrahistoria de sus cuadros: desde una copia de una obra de Velázquez que pintó durante su formación hasta las obras icónicas que lo alzaron como «maestro universal» de luz y modernidad, sin olvidar el paso de sus lienzos por diferentes ciudades y propietarios
Así lo han explicado este jueves el director del museo, Pablo González Tornel; la comisaria de la exposición, María Soto, conservadora de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, y el gerente de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, Álvaro Sánchez.
La pinacoteca estrena la que, en opinión de Pablo González Tornel
--que también es el comisionado del Año Sorolla--, «va a ser la mejor exposición del centenario de la muerte de Sorolla en el estado español y más allá». El director del museo se ha mostrado «convencido» de que el público «se rendirá» a esta propuesta y ha destacado la «oportunidad única» que supone para los valencianos poder contemplar las 46 piezas que componen la colección privada más importante de Sorolla y la tercera en cantidad y calidad solo por detrás del Museo Sorolla y la Hispanic Society. Es la primera vez que todos estos lienzos se reúnen en la ciudad natal del pintor.
'Colección Masaveu. Sorolla' «impacta a primera vista», en palabras de González Tornel, por la forma «absolutamente especial» de presentarlos, «particularmente enriquecedora», ya que deja ver el revés de los cuadros, montados en caballetes transparentes ideados por la arquitecta italo-brasileña Lina Bo Bardi que «hacen flotar las obras en el espacio que las alberga». Para la comisaria de la exposición, estos caballetes transparentes «permiten crear un aura mágica en la que los Sorollas quedan suspendidos en el aire y generar juegos visuales entre las obras en distintos planos espaciales».
Así, el reverso de los cuadros, normalmente solo visible para los trabajadores de los museos, permite «conocer su intrahistoria» y revela una «pequeña historia del coleccionismo» a través de etiquetas adheridas e inscripciones realizadas a lo largo del tiempo, que guardan el testimonio de la historia vital del lienzo, dónde ha viajado y a quién ha pertenecido, desde su paso por exposiciones en Londres, París y Nueva York hasta pistas sobre quiénes eran los proveedores habituales del artista, han detallado Soto y González Tornel.
El director del museo ha resaltado que la exposición es «fruto de un acto de enorme generosidad» por parte de la Fundación María Cristina Masaveu, que aceptó desde el primer momento la propuesta del museo de prestar su colección: «Aunque se muestra en el Museo de Bellas Artes, la responsabilidad financiera de que haya sido posible es en gran medida de la fundación. Ellos han llegado hasta todos los sitios donde nosotros no podíamos llegar», en un ejemplo de que «cuando el mundo de lo público y lo privado trabajan juntos por un bien mayor, que es la cultura, pueden darse felices encuentros». A título personal, González Tornel cree que esta exposición es «uno de los hitos» por los que será recordada su gestión del museo.
En la misma línea, en nombre del patronato de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, Álvaro Sánchez ha resaltado el «maravilloso ejemplo» de colaboración público-privada que constituye la iniciativa y ha indicado que la muestra pone de manifiesto «la pasión por el arte y el coleccionismo que ha caracterizado a la familia Masaveu a lo largo de muchas generaciones».
La evolución del "maestro universal"
La comisaria de la exposición ha detallado que la muestra, expresamente organizada con motivo de la efeméride, reúne «toda la maestría e ingenio del pintor de la luz», con lo que el público encontrará toda la trayectoria vital del «maestro universal concentrada en 46 impresiones».
De este modo, se puede contemplar «la evolución técnica, cromática y lumínica del pintor» en un discurso expositivo con criterios cronológicos, aunque no lineal. A través de un código de colores, el visitante podrá situar cada pieza en una de las cuatro etapas de Sorolla en las que se divide la exposición.
«Es un artista que supo aunar la tradición de la pintura española», con referencias a Velázquez y Goya, «con una capacidad técnica increíble, temáticas cotidianas vitalistas también muy fáciles para el público, con un cromatismo muy rico y variado, una magistral capacidad para captar la luz y una gran modernidad», ha resaltado la conservadora.
Las pinturas, que se han instalado en la Sala Joanes de exposiciones temporales, parten desde 1882, cuando Sorolla aún era un joven de 19 años en plena etapa de formación, y abarcan hasta 1917, tres años antes del final de su carrera como pintor, como consecuencia de un derrame cerebral.
El recorrido cuenta con obras maestras como 'El mamón' (1894), 'Cosiendo la vela' (1904), 'Elaboración de la pasa' (1900) o 'Mi mujer y mis hijas en el jardín' (1910). Al inicio de la exposición hay una copia que realizó Sorolla en su etapa formativa de la 'Reina Mariana de Austria' de Velázuqez, que ejemplifica la profunda impresión que dejó este pintor en el maestro valenciano. Esta inspiración también es la que cierra la exposición, con el lienzo de 'La familia de don Rafael Errázuriz Urmeneta' (1905), que en opinión de González Tornel es el equivalente a «'Las Meninas' del siglo XX».
La exposición permanecerá abierta hasta el próximo 1 de octubre. Se ha editado un catálogo que profundiza en la historia de la Colección Masaveu y la importancia de la obra de Sorolla en dicha colección. El libro se completa con un texto de Pedro J. Martínez Plaza en torno a los coleccionistas españoles de Sorolla. La Fundación ha donado 1.000 ejemplares al museo valenciano, y la recaudación
conseguida a través de la venta de este catálogo se destinará a restaurar la pintura 'El cabo Noval' de Antonio Muñoz Degrain, con motivo del centenario de su muerte, que se cumple el próximo 12 de octubre de 2024.