Los técnicos del Centro de Restauración de Albarracín han trabajado durante los últimos tres meses en la recuperación de la ermita del Pilar, situada a las afueras de la localidad de Monteagudo del Castillo. La intervención se ha hecho posible gracias al impulso de la Fundación Térvalis, en colaboración con el Ayuntamiento de la localidad y con la inestimable ayuda de los vecinos, a través de las asociaciones locales.
Este santuario fue construido en 1749, según una inscripción interior y la fecha del escudo de armas que preside su acceso y se renovó en el año 1903. Sería en los años posteriores a la guerra civil cuando comenzó su deterioro, llegando incluso a cerrar ganado en su interior. Se trata de un edificio que dispone de un patio abierto, que da paso a un atrio de entrada cubierto. En el interior consta de una sola nave, con tres tramos diferenciados, cubierta por una bóveda de cañón rebajada con lunetos.
Según han indicado desde la Fundación Santa María de Albarracín, el estado de conservación era muy ruinoso. Las bóvedas amenazaban con hundirse y las pinturas murales que decoraban las paredes del interior estaban perdidas en su mayor parte y decoradas con inscripciones, fruto del uso inadecuado al que fue sometida en los últimos tiempos.
Tras una primera fase de recuperación arquitectónica en la que se consolidaron bóvedas, se instalaron carpinterías, se pavimentó el interior con baldosas de barro cocido y en el patio exterior se reinstaló el empedrado; el equipo de la fundación se ha centrado en esta última fase en la recuperación integral de su interior.
Las restauradoras han restituido la decoración original que este pequeño templo debió poseer en el siglo XVIII. Las tareas han consistido en la reconstrucción volumétrica de cornisas y paramentos, para posteriormente reintegrar cromáticamente, a base de tintas planas con estarcidos, las pinturas que vuelven a lucir en las paredes, a base de motivos florales y figuras mitológicas --serpientes, grifos-- en tonos grisáceos y marrones.
Se ha prestado especial atención a los escudos situados en los laterales de la bóveda, pertenecientes a la familia Tarín, quienes ordenaron la construcción de la ermita; y la imagen de un ángel alado que corona el centro de la bóveda.
Asimismo, se han conservado como testigo del paso del tiempo, las frases más históricas, algunas que atestiguan su uso como calabozo en la época de la guerra civil, que los vecinos de esta pequeña localidad de la Comarca de la Comunidad de Teruel dejaron escritas sobre sus muros.