El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha revalidado este domingo el mandato como regidor de la capital al obtener 29 concejales, la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Madrid, lo que le permitirá gobernar en solitario.
Casi todo se sabe ya de él. Soltero, colchonero acérrimo, amante del Camino de Santiago y amigo personal de Esperanza Aguirre, con quien aterrizó en Cibeles, este abogado del Estado tira de humor y retranca en las preguntas más comprometidas de la prensa, a quien nunca rechaza responder.
Sostiene que la gran herencia que le dejó su madre, Ángela Navasqües, fue ser del Atlético de Madrid y estar afiliado al Partido Popular. Le gusta salir a correr por el parque de El Retiro y un entrenador personal le hace sudar la camiseta en Cibeles.
Apuesta personal del expresidente del PP Pablo Casado en las elecciones de 2019, consiguió entonces hacerse con el bastón de mando pese a haber obtenido el peor resultado de la formación en la capital (15 ediles y 24% de votos) gracias a un pacto de Gobierno con Ciudadanos y a un acuerdo de investidura con Vox.
La trayectoria del alcalde al frente de Cibeles ha tenido en estos cuatro años (2019-2023) luces y sombras. Mientras que la gestión de la pandemia por coronavirus y la nevada de Filomena lo encumbraron como el «alcalde de España», el presunto espionaje a la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, y la estafa en la compraventa de material sanitario al Ayuntamiento por parte de Medina y Luceño le hicieron pasar los momentos más difíciles al frente de la Alcaldía.
En sus dos primeros años, dos fueron las ocasiones en las que tuvo que pedir a los madrileños que no salieran de sus domicilios. La primera, en marzo de 2020, cuando el coronavirus ya era una realidad en el país. Volvió a realizar la misma petición en enero de 2021, cuando caminar por las calles de la capital era imposible debido a la gran cantidad de nieve acumulada tras el paso de la borrasca Filomena.
Entre un momento y otro, Martínez-Almeida logró consolidar su perfil de alcalde. Supo abandonar la etiqueta de «político sin carisma» para ser una de las figuras más reconocidas tanto en el PP como a nivel nacional. Recibió felicitaciones de madrileños y foráneos, así como de simpatizantes y personas afines a otras formaciones políticas. Su naturalidad y forma de encarar ambas crisis fueron claves para ganarse a un espectro amplio de población.
Adoptó un perfil moderado durante la gestión de la pandemia. Evitó criticar al Gobierno de la Nación hasta bien avanzado el tiempo, y apeló siempre a la «unidad» y el «trabajo común» para salir de la crisis.
Ganó puntos del mismo modo con los Acuerdos de la Villa, ya a las puertas del verano, donde todas las fuerzas políticas del Consistorio estamparon su rúbrica en una serie de medidas encaminadas a que la capital recobrase el pulso tras el confinamiento y la posterior crisis social y económica.
Su popularidad crecía y fue en agosto de 2020 cuando el presidente del PP, Pablo Casado, le nombró portavoz nacional de la formación, «un regalo envenenado» para muchos, que veían en esta designación una zancadilla a la figura emergente del «alcalde de España».
Desencuentros con ayuso
Sin embargo, en plena crisis interna del PP a causa de la Presidencia de la formación en la región, el regidor dejó su cargo como portavoz nacional «de común acuerdo» con Casado. Previamente, la guerra 'cainita' entre Sol y Génova había estallado dejando al regidor entre dos aguas, en medio de la lealtad a Casado y el buen entendimiento que mantenía con Díaz Ayuso.
Previamente, a mediados del mes de marzo de 2021, Almeida daba un paso al lado en la carrera para presidir el partido. Nunca dio un paso al frente, es más, mantuvo en reiteradas ocasiones que él era partidario de la tercera vía, esto es, que no liderara la formación en la Comunidad ni el alcalde ni la presidenta.
Pero el entonces presidente 'popular' vio en él un «buen candidato» para este cargo. Dejaba de apoyar exclusivamente a Ayuso para llevar las riendas del PP en Madrid y se desataba así una guerra en la formación, con acusaciones cruzadas, que terminaría con la salida de Casado de la Presidencia.
Fue en este punto cuando presidenta y alcalde tuvieron su primer desencuentro tras haber presumido de buena relación y amistad. El segundo momento de tensión entre ambos llegó con el presunto espionaje a Isabel Díaz Ayuso pergeñado desde el propio Consistorio, algo que el regidor negó de forma reiterada y que se saldó con la salida del Ayuntamiento del 'aguirrista' Ángel Carromero.
En ese momento, la figura del primer edil madrileño se vio debilitada, sobre todo entre algunos sectores del propio PP, y su continuidad como candidato a la Alcaldía llegó a estar en entredicho. Sin embargo, tiempo después, el nuevo presidente de la formación, Alberto Núñez Feijóo, le manifestó su total confianza. Díaz Ayuso también trasladó que confiaba en su «palabra», cerrando así la herida.
Ortega smith, la piedra en el zapato
Una de las mayores piedras en el zapato para Martínez-Almeida ha sido el portavoz de Vox en el Ayuntamiento, Javier Ortega Smith, de quien necesitó su apoyo para ser el alcalde de la capital. El líder de Vox se lo ha puesto muy difícil a Almeida a la hora de poder gestionar y conformar mayorías.
Vox únicamente dio el 'sí' a uno de los tres presupuestos aprobados por el Gobierno municipal, y es que Ortega Smith nunca perdonó a Almeida que no ejecutara el fin de Madrid Central, y llegó a apodarle 'Carmeida' al mantener esta medida que impulsó la anterior regidora. La relación entre ambos no es buena, y los reproches cruzados han ido en aumento conforme se acercaba el final del mandato.
Mientras que Javier Ortega Smith acusa a Almeida de llevar a cabo políticas con la izquierda, el alcalde le echa en cara que «haga pinza» con la portavoz de Más Madrid, Rita Maestre, para tumbarle iniciativas en los plenos.
Alcalde y vicealcaldesa
Martínez-Almeida y Villacís han liderado uno de los pocos gobiernos de coalición PP-CS que han resistido todo el mandato. Han presumido en diversas ocasiones de su buena relación y entendimiento pese a discrepar en algunas cuestiones. La más notoria ha sido Madrid Central, ya que pese a que Almeida prometió en campaña eliminar la medida estrella de Manuela Carmena, tras pactar la Alcaldía con los 'naranjas', acordó «mejorar» la zona.
El regidor siempre ha reconocido que no pudo cumplir su promesa electoral de eliminar el área de bajas emisiones por el acuerdo con CS para poder hacerse con el bastón de mando.
La autoría de la ampliación de las terrazas de hostelería en la capital fue un punto de fricción entre el primer edil y la vicealcaldesa, ya que mientras el primero atribuye esta medida al trabajo «conjunto», Villacís asegura que responde a una competencia de su área, mismo argumento que la vicealcaldesa utilizó en el debate de candidatos a Cibeles al reivindicar la bajada de impuestos como competencia de CS al sostener el área de Economía.
El Gobierno de coalición vivió sus momentos más duros ante el presunto espionaje a Ayuso. CS se sintió ninguneado al haberse enterado por los medios de comunicación del caso y apoyó la comisión de investigación que se celebró para esclarecer lo ocurrido.
El nuevo mandato
Ha centrado su campaña electoral en la necesidad de alcanzar un gobierno «sólido, fuerte y estable», para lo que ha realizado diversos llamamientos a los votantes con el objetivo de obtener una «mayoría amplia».
Ahora, con CS fuera de Cibeles y con Vox sin posibilidad de entrar en el Gobierno, Martínez-Almeida encara un segundo mandato al frente de la capital de España sin necesidad de atender a «vaivenes» de Vox o de la izquierda.
En el primer Pleno del nuevo mandato, tal y como ha aseverado en diversas ocasiones, llevará a aprobación las Normas Urbanísticas de la ciudad.