La periodista especializada en deportes y entretenimiento Irene Junquera debuta en la narrativa con la novela 'Todo el tiempo que nos queda', una historia en la que explora la infancia de su protagonista Elena, una niña de orígenes humildes en el Madrid de la década de 1960.
Debido a su popularidad como periodista, Junquera tiene claro que, de alguna forma, no parte de cero y eso puede ser «un reclamo, la parte más mediática», pero advierte que «también existe otra variable», que la gente no tenga una buena imagen de ella o que crea que no es capaz de hacer una buena obra literaria. «No pasa nada, me encanta derribar prejuicios», afirma.
Así lo ha aseverado la autora en una entrevista con Europa Press para hablar de 'Todo el tiempo que nos queda' (Planeta), donde trata cuestiones como el machismo, la invisibilización de la mujer, el maltrato psicológico o el racismo.
«Son temas extrapolables perfectamente, por desgracia, a hoy en día, pero la novela se sitúa a mitad del siglo pasado, donde esa problemática existía de una forma completamente cotidiana y poca gente la tenía en consideración. Ni siquiera le ponían nombre. La historia de Elena puede ser la de muchos niños que fueron separados de sus padres con la idea de tener un futuro mejor o, en el peor de los casos, porque su familia no podía hacerse cargo de ellos. Algo común en aquella época. Me apetecía transportarme a aquellos momentos e imaginarme cómo podría haberlo vivido una niña de entonces», explica.
La autora segura que esta primera obra le está resultando «una experiencia muy especial, muy buena». «Es un trabajo que va naciendo y desarrollándose poco a poco, a diferencia de lo que te otorga la televisión o la radio y es tremendamente gratificante. Por ahora la respuesta de los lectores está siendo increíble, cada día me llegan mensajes contándome que se han enamorado de los personajes, o que no pueden dejar de leer... es muy emocionante. Y mi intención es no dejar de escribir, eso seguro», avanza.
Junquera comenta que le gustaría que las personas que se acerquen a su libro, cuando acaben la última página, «deseen seguir leyendo, que sientan que van a echar de menos a los personajes y que se sorprendan de la novela que acaba de terminar, quizá por inesperada».