La madre del acusado por asesinar a un joven de 20 años, en un pabellón industrial abandonado de Vitoria-Gasteiz en 2020, ha afirmado que su hijo «tenía que haber estado ingresado y todo esto se podía haber evitado». Visiblemente afectada, la mujer ha explicado que, en aquellas fechas, el inculpado tenía «un problema muy grave de drogadicción» con «terribles conductas».
«Estaba desbordada y fui a pedir ayuda a gritos» para que lo ingresaran contra su voluntad, ya que él «no tenía capacidad» y abandonó el ingreso voluntario en el centro de desintoxicación de día, ha argumentado. «Se lesionaba, rompía cosas, era terrible cuando consumía», ha expuesto.
La Audiencia Provincial de Álava ha acogido este viernes la tercera jornada del juicio que dirime el asesinato con alevosía de un joven de 20 años en un pabellón industrial abandonado de Vitoria-Gasteiz en julio de 2020, con la declaración de nueve testigos, entre ellos la madre del acusado, así como agentes de la Ertzaintza y de la Policía Local que efectuaron su detención, desarrollaron la investigación y encontraron el cadáver de la joven víctima en el edificio.
La primera en declarar ha sido la madre del acusado, quien ha explicado «los graves problemas de drogadicción» que tenía su hijo, así como los «problemas mentales» que arrastraba «desde los 9 años de edad». La mujer ha manifestado que su conducta empeoró aún más en 2020, tras ingresar en un centro tutelado por la Diputación, del que «se escapaba constantemente para seguir consumiendo en la calle». «Fue todo a peor, con fugas, detenciones e ingresos. Yo he visto conductas terribles y de todo tipo. Estaba fuera de sí», ha lamentado.
La madre del inculpado ha relatado que su hijo padecía un «trastorno diagnosticado por déficit de atención que le afectaba al control de sus impulsos y a su atención», a lo que se suma «un problema grande de consumos», al ser «un adicto». El joven permaneció varias veces ingresado en la Unidad de Psiquiatría Infantil, así como en un centro de desintoxicación de día y los problemas se agravaron cuando, con 16 años, «decidió no tomar la medicación» que le diagnosticaron los médicos.
"engañaba al que podía"
La mujer ha explicado que su hijo «estaba con un fuerte problema de drogadicción y engañaba al que podía para conseguir dinero, para no quitármelo». «Engañaba a varias personas y a mí me daba respeto que algún día pudiera tener represalias por el mundo en el que andaba. A veces engañaba él y a veces le engañaban. Así, es el mundo y el ambiente» de la droga en el que se movía el acusado.
Respecto al trato que mantenía su hijo con la víctima, ha dicho que era «una relación normal dentro del mundo y el ambiente» del acusado, así como que la víctima «era normal dentro del grupo». «Era un chico tímido, pero no le noté ninguna discapacidad, ni nada» en «las tres ocasiones» que estuvo en su casa.
Posteriormente, han dado su testimonio diversos agentes de la Ertzaintza y Policía Local, que procedieron a su detención en la calle Reyes Católicos, tras recibir una llamada anónima que alertaba de la presencia de una persona «totalmente ensangrentada» y «visiblemente alterada» por la vía pública.
Tres agentes de la Policía Local han explicado su actuación para «tratar de contener» al sospechoso, quien se encontraba «con la ropa ensangrentada y totalmente agresivo» ante su presencia. «Se puso muy agresivo. Gritaba, mantenía el puño en alto e intentó golpearnos», ha señalado uno de los policías. Otro agente ha explicado que «amenazó con entrar a su domicilio a por una pistola para matarnos». «Tenía las pupilas dilatadas y desprendía un fuerte olor a alcohol. Su pareja era la única que le ponía contener un poco», ha relatado.
Mientras trataban de contener al sospechoso, recibieron una llamada de la central de operaciones que explicaba que había «una persona gravemente herida» en un pabellón «y lo relacionamos con los hechos», ya que gritaba que la víctima estaba «donde tenía que estar». A este hecho, se sumó la llamada del padre de la víctima que temía por la integridad de su hijo al «llevar todo el día desaparecido» y, tras hablar con la policía, se presentó también en la calle del domicilio del acusado.
Confesó el crimen
Dos agentes de la Ertzaintza que ayudaron a proceder a su detención han asegurado que el arrestado reaccionaba «de manera violenta y muy alterado». Una actitud que cambió totalmente al introducirle en la patrulla policial, donde el inculpado confesó el crimen. «En el trayecto dijo que había matado a un tal Ander, que se había caído por las escaleras y le acuchilló para que no sufriera en una fábrica en la trasera de Michelín. Nos lo contó todo voluntariamente. Que un vagabundo le había tirado una piedra en la cabeza y que él arrastró el cuerpo y tiró el cuchillo al interior» del pabellón. «Dijo: 'he matado a Ander porque no quería que sufriera', como si le estuviera haciendo un favor», ha añadido el otro agente.
Un agente de la Policía Local acudió al pabellón industrial de la calle Peña, donde identificó a tres jóvenes que habían estado en la plaza Llodio del barrio de Zaramaga durante la tarde y vieron, tanto la ida de los jóvenes como la llegada del acusado después de cometer el asesinato, «con la ropa llena de sangre». Los jóvenes, que prestaron este jueves declaración en el juicio, relataron los hechos al agente.
Por último, han testificado dos responsables de la Policía Científica de la Ertzaintza que han explicado su proceder a la hora de obtener las diversas pruebas, como las imágenes de grabación de un centro comercial y de la fábrica de Michelín, las zapatillas del acusado que encontraron «escondidas tras una pesada losa» en el pabellón y «la piedra» de 12 kilos que lanzó contra la cabeza de la víctima, entre otras evidencias. Una agente ha explicado que «el cadáver estaba metido en un habitáculo cerrado», dentro de la fábrica y que el detenido «facilitó toda la información».
Prisión permanente revisable
El Ministerio Fiscal y la acusación particular piden la prisión permanente revisable para el inculpado, al que acusan de asesinato con alevosía, por tirar al joven de la primera planta del edificio industrial para ensañarse posteriormente con la víctima hasta darle muerte, tras asestarle varios navajazos y golpearle posteriormente en la cabeza, «con un travesaño de madera y un cascote de hormigón de unos 12 kilos». Asimismo, demandan otros tres años de cárcel por un delito de lesiones y le reclaman tres indemnizaciones a la familia de la víctima que suman un total de 281.589 euros.
El inculpado reconoció este miércoles el asesinato que se le imputa y pidió perdón, aunque aludió a sus «problemas mentales» y de «drogadicción» a la hora de asegurar en varias ocasiones que «no sabía lo que hacía» por estar «bajo el efecto de las drogas». «Si estuviera en mis cabales, no hubiera hecho eso», expuso, respecto al asesinato que, según explicó, cometió porque la propia víctima «me pidió que le matara».
El juicio se retomará este próximo lunes con nuevos testimonios y la presentación de las pruebas periciales y, en un principio, está previsto que concluya el jueves, día 20, con el veredicto del jurado popular, para posteriormente, ser la magistrada Ana Jesús Zulueta, quien dicte la sentencia.