Un equipo de investigación de la Estación Experimental del Zaidín, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Granada, ha validado la acción beneficiosa de diferentes compuestos del aceite en enfermedades con respuesta inflamatoria al administrarlo directamente en sangre, no en la dieta.
El estudio se ha realizado en cultivos de células sanguíneas a los que se les han suministrado estas sustancias. Concretamente, han confirmado con estas pruebas de laboratorio, su capacidad antioxidante y antiinflamatoria, según ha informado la Fundación Descubre en una nota de prensa este martes.
Existen numerosos estudios sobre los beneficios que el consumo de aceite de oliva virgen extra (AOVE) aporta al organismo. Sin embargo, los investigadores han descrito por primera vez la acción que se produce directamente en el cultivo de sangre de los compuestos que le otorgan el poder antiinflamatorio y antioxidante a este alimento.
Así, con este procedimiento, se abren nuevas vías para el estudio de la acción del aceite sobre diversas enfermedades. El estudio se desarrolla induciendo la situación inflamatoria en células sanas en un primer momento y observando «la respuesta que tienen ante la presencia de los compuestos». Este procedimiento es llamado ex vivo al realizarse fuera del organismo, en un ambiente artificial.
El estudio permite además «observar el proceso en situaciones patológicas», como en casos de diabetes o síndrome metabólico, utilizando la sangre de los pacientes afectados para analizar la respuesta del organismo ante un proceso inflamatorio tras el consumo o la adición de aceite de oliva.
Así, han descrito en un artículo publicado en la revista científica 'Free Radical Biology and Medicine', cómo los terpenos y polifenoles, los compuestos que causan esa acción antiinflamatoria, funcionan en la sangre si se ha consumido aceite y, al mismo tiempo, cuando la suministran directamente al cultivo.
Por un lado, demuestran que los compuestos ingeridos consiguen disminuir y modificar el estado inflamatorio y oxidativo generado artificialmente en cultivos de sangre de los pacientes. Además, han confirmado que administrando las sustancias directamente a la sangre se obtienen resultados experimentales más claros y con una mayor sensibilidad.
«Con este trabajo se valida la acción beneficiosa del aceite de oliva en la sangre, pero también se abren posibilidades a su aplicación clínica, aunque son necesarios más estudios y ensayos para llevarla a la práctica», ha indicado el investigador del CSIC Juan de Dios Alché, autor del artículo.
El estudio proviene de un proyecto llamado NutraOleum en el que se establece un consumo continuado con los tres tipos de aceite a 54 personas de entre 20 y 60 años sanas a los que se les extrajo sangre para los ensayos. Además, dan un paso más al observar qué ocurre en la sangre al exponerlas a los polifenoles y triterpenos directamente.
Los aceites utilizados en el ensayo poseen una misma base, consistente en un aceite de oliva virgen extra de la variedad Picual, con una composición similar excepto en el contenido de terpenos y polifenoles. El primero de ellos es el aceite tradicional, el segundo uno obtenido mediante la mezcla de varios de los mejores aceites con mayor contenido fenólico y triterpénico y, el último, fue generado como aceite funcional añadiendo extractos ricos en estos compuestos, procedentes de la piel de la aceituna y hojas del olivo.
En los tres casos la respuesta celular fue positiva, pero la segunda y la tercera opción fueron las que demostraron progresivamente una mayor acción antiinflamatoria, han detallado los investigadores.
El proceso consistió en la inducción de inflamación a los cultivos de sangre mediante la adición de diferentes químicos. Posteriormente, observaron la respuesta de numerosas proteínas entre las que destacan las llamadas Interleucina beta y TNF-alfa. Estos compuestos están presentes en la mayoría de procesos inflamatorios, ya que son reguladores que intervienen en la comunicación celular.
Así funcionan como indicadores en el organismo de que algo no va bien e informan al resto de células para provocar que acudan a resolver el problema. En este sentido, son biomarcadores de la respuesta inflamatoria celular. Además, la inducción artificial de inflamación causó signos evidentes de oxidación celular, produciéndose altos niveles de oxígeno y nitrógeno reactivos que «motivaron modificaciones en enzimas y otras proteínas».
Estos cambios se redujeron con la adición de los tres tipos de aceites a las células sanguíneas en el cultivo, de forma muy similar a lo observado en el ensayo clínico, pero con niveles de sensibilidad más elevados. El sistema permite además probar un número mayor de condiciones inflamatorias y analizar el efecto de distintos componentes de los aceites de forma individualizada, complementando así la información obtenida con pacientes.
Los expertos continúan sus investigaciones para conocer más datos sobre la viabilidad del uso clínico que podría tener este hallazgo, así como las cantidades necesarias en su aplicación para que no exista toxicidad en sangre. La investigación se ha financiado con base en proyectos científicos de la Junta de Andalucía y el Ministerio de Ciencia e Innovación.