'Hermano Lobo. Semanario de humor dentro de lo que cabe' fue el título de una de las publicaciones satíricas españolas más exitosas del final de la dictadura franquista y que no pudo llamarse como se propuso inicialmente: 'El Huevo Duro'. El censor vio demasiada referencia a las bromas sobre la virilidad del Caudillo y no permitió el nombre. Ahora, es La Nau quien le lanza este huevo duro a los últimos suspiros de la España de transición con una muestra que repasa la historia de este semanario.
La muestra, 'Hermano Lobo. Un huevo duro para el Caudillo (1972-1979)', se podrá visitar en el centro de la Universitat de València hasta el 14 de mayo. Repasa la historia de este semanario ilustrado fundado por Chumy Chúmez y José Ángel Ezcurra, entre otros, y por el que pasaron Manuel Vicent, Vázquez Montalban, Gila, Forges o Perich.
La revista, calificada por el comisario como un «lobito bueno» que fue sucesor de la publicación humorística 'La Codorniz'. Así sobrevivió durante cuatro años intentando pasar por la censura del franquismo, que se acabaría, como ellos mismos decían, «el año que viene, si Dios quiere».
Los profesores de la Universitat de València, Francesc Martínez Gallego y Antonio Laguna, son los comisarios de la muestra. Así, «dentro de lo que cabe» en la Sala Estudi General de la Nau se exponen ilustraciones, recortes y portadas de esta publicación. Para Martínez Gallego, hay que «reincidir en ellos», como hacían los autores al reincidir en enviar «balas de cañón a la línea de flotación del franquismo».
El profesor y comisario ha subrayado la «relevancia del humor político en la historia del periodismo», y ha destacado como esta revista llegó a tirar más de 170.000 ejemplares, más incluso que su «hermana seria», la revista 'Triunfo', editada en la misma casa.
Mientras agonizaba el franquismo
Con este «humor político», los miembros de Hermano Lobo buscaban «romperle las costuras» a la dictadura y «poner en evidencia los marcos mentales, políticos y judiciales» de un régimen que «agonizaba» pero «muy despacio». Durante esta caída, intentaba «atacar a todo lo que se mueve a su alrededor»: «Mientras agonizaba, el franquismo mataba e intentaba callar a todo el mundo».
Así, aunque la conocida como Ley Fraga había cambiado desde 1966 la manera de censurar las publicaciones, todavía debían enfrentarse a ellas y afilar la pluma para evitar las multas. Esto lo recuerda tanto Martínez, que subraya que el número 183 fue secuestrado y tuvieron que recolocar su contenido en el siguiente; como la propia muestra. En una de las ilustraciones se lee: «Tu editorial de ayer fue muy flojo, solo te van a caer 40.000 pesetas de multa».
La muestra abarca los cuatro años en que se publicó la revista (1972-1976) y los tres años posteriores, en los que los trabajadores fueron participando en otros proyectos. También se explica qué es lo que llevó a cerrar la publicación.
Martínez Gallego ha expuesto tres causas para ello: el «acoso» por parte de la dictadura; el hecho de que no tuviera publicidad y que fueran saliendo otras publicaciones como El Papus o Por Favor y la caída del franquismo. «Los humoristas habían aprendido a decir cosas sin decirlas», y la caída del régimen les permitió repentinamente hablar explícitamente, lo que, a su juicio, les generó una «crisis de creatividad».
"herederos" de hermano lobo
El comisario ha señalado que el valor de 'Hermano Lobo' fue su «tarea fundamental» de abrir «espacios para la libertad de expresión». También ha calificado de «triunfo y derrota de la inteligencia» el hecho de que la revista dejara de publicarse, no sin antes dejar un legado de «herederos».
«Todos somos herederos de 'Hermano Lobo', porque ahora no tenemos aquí al lado a una persona que me puede abrir un expediente por vulnerar la ley al utilizar mi libertad de expresión», ha manifestado.