El Ayuntamiento de Barcelona ha iniciado el cierre del recinto arqueológico del entorno de la batería antiaérea del Turó de la Rovira con el objetivo de controlar la «gran afluencia» de visitantes y evitar daños en los restos arqueológicos y preservar el descanso de los vecinos.
La instalación de la valla, que tendrá una duración de seis meses con un coste de cerca de 1,6 millones, mantendrá los accesos desde los distintos frentes del Turó de la Rovira y creará un recorrido externo que estará siempre abierto, informa el Ayuntamiento en un comunicado este lunes.
Se trata de un cierre con una cerca de dos metros de altura en forma de barras macizas de acero que no afectarán ni a las raíces de los árboles ni a los restos arqueológicos.
También se cerrarán los restos de las barracas de la vertiente sur, cuyos materiales son más frágiles y están más maltrechas.
La concejal del distrito de Horta-Guinardó, Rosa Alarcón, ha argumentado que el cierre quiere «garantizar la mejor convivencia entre un punto de atracción histórica y paisajística de la ciudad y los vecinos» de la zona, además de mantener la permeabilidad del espacio con distintos caminos.
Las seis puertas de acceso al interior de la batería antiaérea se situarán en las calles Marià Labèrnia y Labèrnia; en la vertiente sur habrá una en el acceso al mirador y otra al depósito de agua; otra estará en el camino oeste con acceso a la vertiente norte, y la última dará acceso al centro de información del Museu d'Història de Barcelona (Muhba).