La Universidad de Córdoba (UCO) participa en un estudio que comprueba cómo el cambio climático está afectando a la reproducción del ciervo en Doñana, destacando que una menor disponibilidad de alimentos afectó a la condición corporal de los ciervos retrasando el tiempo de apareamiento y disminuyendo las tasas reproductivas según los datos recogidos a lo largo de 22 años por un equipo de investigación.
Tal y como ha indicado la institución universitaria en una nota, el estado físico de los animales salvajes depende en gran medida de la energía que obtienen a través de la alimentación. Gracias a esa energía los animales pueden realizar adecuadamente procesos biológicos fundamentales como crecer o reproducirse.
Los animales salvajes obtienen de la naturaleza los sustentos necesarios por lo que las condiciones climáticas, que promueven la disponibilidad de los mismos, son claves para asegurar su alimentación, su estado físico y su capacidad reproductiva. Pero el cambio climático puede afectar y cambiar el proceso.
Así lo ha comprobado la Unidad de Investigación en Recursos Cinegéticos y Piscícolas de la Universidad de Córdoba en un estudio publicado en la revista 'PLoS ONE' y que forma parte de la tesis doctoral de la investigadora de la UCO Marina Fernández Millán que ha sido dirigida por el catedrático Juan Carranza Almansa.
Tras analizar 22 años de datos han comprobado cómo el cambio climático ha afectado a la reproducción de los ciervos en Doñana ya que la escasa disponibilidad de vegetación en los años más secos se relacionó con una peor condición corporal de los animales, un retraso en la temporada de celo y unas tasas reproductivas más bajas.
De esta forma, a través de datos satelitales, meteorológicos, muestras fecales y también observaciones directas del comportamiento, el quipo investigador ha puesto de manifiesto una cadena de efectos: conforme las precipitaciones son menores debido al cambio climático, la disponibilidad de hierba disminuye, lo que empeora la condición nutricional de los ciervos retrasando la berrea y afectando negativamente a la producción de crías.
Pero más aún, el estudio muestra los efectos encadenados entre años: cuando tiene lugar un año bueno dentro de la serie de años, momento que los animales aprovechan para llevar a cabo la reproducción, ocurre que, al año siguiente, aunque éste sea medianamente bueno, los animales no pueden recuperarse del esfuerzo reproductivo anterior y la reproducción es muy escasa. Esta recuperación, suficiente para poder llevar a cabo una reproducción normal, solo se da si el año en curso es muy bueno, cosa que es cada vez menos frecuente con el cambio climático.
Aunque las poblaciones de ciervos están sufriendo estas consecuencias reproductivas, de momento no se encuentran amenazadas. Ahora bien, en opinión de Carranza, «es necesario vigilar y analizar las consecuencias del cambio climático en la biodiversidad para poder implementar adecuadamente los cambios necesarios en la gestión y así adaptarse a la nueva situación».