El profesor de Psicología de la UNED y académico permanente de la Academia española de Sexología y Medicina sexual, Andrés López de la Llave, defiende que una correcta intervención en educación para la salud sexual, «aplicada de forma global, con la intensidad suficiente y desde abajo puede hacer descender las agresiones sexuales hasta en un 90%» porque «la mayoría de esta violencia está relacionada con la falta de educación sexual».
López de la Llave preside, junto a la profesora de la UNED María del Carmen Pérez-Llantada, el comité organizador del Congreso iberoamericano de Sexología y Educación Sexual, que se celebra hasta este sábado en València organizado por el Instituto de Psicología y Sexología Espill y el Programa Universitario de Salud Sexual de la UNED.
Al respecto, en una entrevista a Europa Press, defiende que «la verdadera vacuna» contra la violencia sexual es una educación sexual entendida como una cuestión de salud pública y considera que la llamada Ley del sí es sí, por sí sola, es «solo un parche». Así, advierte de que «judicializar» este problema no evita que se generen delincuentes como sí se lograría con una educación para la salud sexual impartida de forma «global y precisa», que «conseguiría, en 10 o 15 años, bajar de forma enorme la violencia sexual hasta en un 90% de los casos».
Por ello, recalca que este proceso educativo es «una responsabilidad política y social» y debe abordarse como una cuestión de salud pública, al igual que el control de enfermedades infecciosas, porque «una inadecuada educación sexual contribuye a generar abusos, agresiones o maltrato». En ese sentido, advierte de que «hay que tener cuidado a quién se vota» y pide no apoyar «nunca» a partidos que no recojan planes concretos de intervención en educación para la salud sexual.
López de la Llave explica que la sexualidad tiene factores biológicos «innatos», pero que «nadie está exento de recibir una educación». «Se nace sin educación pero a los 10 años ya se tiene ad libitum por los estímulos que se reciben en casa, desde la sociedad o que se buscan», señala.
Por ello, hablar de educación sexual a secas, como se hace normalmente, es «no decir nada, es una obviedad» porque «todo el mundo recibe una educación» y lo que hay que analizar es «si tiene una intencionalidad, si está dirigida, controlada».
Así, pueden tener un objetivo ideológico, «como promulgan partidos y enfoques sociales conservadores para mantener los roles diferenciados entre hombres y mujeres y la superioridad del varón»; para mantener la moral de una determinada religión; o de tradición, como aplican países africanos para mantener la mutilación genital en mujeres.
"ser más feliz"
Por ello, reivindica referirse a este proceso de educación sexual con «un calificativo que sea innegablemente válido para todas las culturas, sociedades y momentos: 'Educación para la Salud Sexual enfocada a mejorar los niveles de salud, bienestar y felicidad».
«Inevitable somos seres sexuales, lo queramos o no , y debe aprovecharse para ser uno más feliz y hacer más feliz a los demás», propugna.
Sobre cómo aplicar estos programas de Educación para la Salud Sexual, hay «diferentes opiniones al igual que las hay sobre cómo implantar programas contra la obesidad». «Lo único importante es que los dirigentes políticos tomen conciencia de la importancia de su inclusión a nivel individual y en programas sociales», recalca.
Este experto aboga por que los sexólogos formen a profesionales de todos los ámbitos en salud sexual ya sean profesores, para que solo con su actitud transmitan actitudes positivas y saludables y no ideas erróneas; a los médicos, para que se interesen por la salud sexual de sus pacientes; o a las enfermeras para que los incorporen en su trabajo diario.
De este modo, los sexólogos, además de esta faceta de formación, se reservarían para atender los trastornos sexuales y al respecto aclara: «Todos los trastornos son problemas, pero no todos los problemas son trastornos».
Hormonas masculinas en el embarazo
Asimismo, en el congreso intervendrá María Aller Conde, diploma en enfermería y especialista en sexología, que centrará su intervención en cómo el mapa hormonal del hombre durante el embarazo de su pareja cambia para prepararse para los cuidados de la paternidad, según ha informado la organización.
En ese sentido, explica que hay estudios que apuntan a que el comportamiento paterno implica la activación de las mismas vías neuroendocrinas que generalmente están asociadas con la atención materna.
Así, las hormonas en los hombres durante el embarazado también deben sufrir modificaciones para favorecer la transición a la paternidad. Así, se ha observado que parte de las conductas paternas, como mostrar ternura al bebé o cogerlo cuando llora, tienen un substrato hormonal.
De este modo, las principales vías de investigación se centran en los niveles de testosterona, que disminuyen durante el embarazo y no recuperan sus niveles hasta que el bebé comienza a andar, mientras que otros estudios indican aumentos de prolactina y de cortisol. Todo este nuevo mapa hormonal está centrado en el cuidado de la descendencia.
Por otro lado, los estudios en relación a la sexualidad del hombre durante el embarazo ponen su foco en que la frecuencia de las relaciones disminuye. No obstante, en relación al factor deseo «no se ve modificado» aunque sí «se reporta una disminución en la satisfacción sexual».