El Lehendakari, Iñigo Urkullu, ha afirmado que las víctimas «representan el dolor, el sufrimiento y la injusticia más radical del terrorismo y la violencia política», y ha apelado a «la autocrítica y asunción de responsabilidad, sobre todo, de los responsables directos e indirectos de décadas de terror», en línea con el contenido del documento las «Bases compartidas para la construcción social de la memoria de Euskadi», que se ha presentado hoy en Bilbao.
El texto ha sido elaborado por los expertos en historia Eider Landaberea, Virginia López de Maturana y Unai Belaustegi, y a las víctimas Josu Elespe --hijo del concejal del PSE-EE Froilán Elespe asesinado por ETA en 2001--, María Jauregi --hija del exgobernador civil de Gipuzkoa Juan María Jáuregui, asesinado por ETA en el año 2000--, y Axun Lasa --hermana de Joxean Lasa, asesinado por los GAL en 1983--, que han estado presentes en el acto por el Día de la Memoria.
El texto afirma que los relatos autojustificativos «levantan muros» e impiden «la convivencia democrática». «Ni los conflictos políticos ni la razón de Estado justifican, en ningún caso, el uso de la violencia», advierte.
Urkullu ha presidido la conmemoración del Día de la Memoria en la sede de Gogora-Instituto de la Memoria la Convivencia y los Derechos Humanos, junto a la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal. También han estado presente una amplia representación institucional.
El Lehendakari ha destacado que las «Bases compartidas para la construcción social de la memoria de Euskadi» es el resultado de
«un ejercicio intelectual honesto, sincero y valiente» de historiadores "de pensamiento y sensibilidad diferentes, junto a víctimas de
expresiones diferentes de terrorismo".
A su juicio, este documento compartido es «toda una lección de gran valor simbólico». «Hoy, Día de la Memoria, reiteramos nuestra voluntad de construir un futuro con memoria», ha añadido.
Para Iñigo Urkullu, «la memoria es la mejor garantía para la no repetición» para construir «un modelo sólido de convivencia en el pluralismo político y la diversidad social». «¿Cómo mirar a ese pasado que no podemos, no debemos, no queremos olvidar?. Es la gran pregunta que nos estáis ayudando a responder. Nos ayudáis a mirar desde la verdad de todos los hechos», ha asegurado.
Iñigo Urkullu ha destacado que ello lleva a interrogarse «por el cómo, el por qué, el para qué, y exige contextualizar, explicar, comprender los fenómenos históricos». En todo caso, ha precisado que «contextualizar, explicar y comprender, en ningún caso significa justificar». «Nos ayudáis a mirar desde la óptica de todas las víctimas. Las víctimas representan el dolor, el sufrimiento y la injusticia más radical del terrorismo y la violencia política», ha reconocido.
Autocrítica y asunción de responsabilidad
El Lehendakari ha enfatizado que «mirar con sus ojos, desde su experiencia, es el mejor acto de reconocimiento que hoy» se puede tributar a las víctimas. «Nos ayudáis a mirar desde la autocrítica y la asunción de la responsabilidad, pero, sobre todo y muy especialmente, de quienes fueron responsables directos e indirectos de décadas de terror y violencia política», ha señalado.
Además, considera que «la autocrítica y asunción de responsabilidad deben ser sinceras y consecuentes». «La memoria que busca justificar no es la mirada de la historia y la verdad; es una mirada al servicio de un relato que solo pretende justificar una sinrazón ética, política y democrática», ha subrayado.
De esta forma, ha explicado que el documento supone «una mirada comprometida, desde la historia y la memoria, desde la ética, desde la experiencia de las víctimas». Se trata, según ha indicado, de «una mirada autocrítica que no busca la auto justificación; una mirada que conlleva una conclusión: fue injusto». «Esta es la mejor garantía para la no repetición. ¿Memoria para qué? memoria para la convivencia», ha subrayado.
Bases para la construcción social de la memoria
El documento 'Begiradak. Bases compartidas para la construcción social de la memoria en Euskadi', da forma al compromiso del Gobierno Vasco de promover «una memoria crítica del pasado de terrorismo y violencia» y de «impulsar un acuerdo plural sobre principios y bases» para la memoria reciente «como aportación significativa a la convivencia en la diversidad».
La pretensión es contribuir a la construcción de la convivencia
democrática sobre la base de la memoria y la historia. En el texto se exponen los resultados principales de este proceso de reflexión, englobados en nueve puntos: Futuro sin olvido, Futuro con memoria, Superación de los relatos autojustificativos, Revisión crítica y autocrítica del pasado, Reconocimiento de todas las víctimas: eje de las políticas públicas de memoria, memoria pedagógica y deber de transmisión, Memoria compartida, y Memoria para la convivencia democrática.
Los autores del documento afirman que, en muchas ocasiones, las sociedades han intentado asentar la «paz social» en el olvido. Sin embargo, apuntan que «la sociedad vasca no muestra deseos de 'borrón y cuenta nueva'», sino de « mirar al pasado y conocer las graves vulneraciones de derechos humanos», para «asentar un modelo de convivencia duradero».
Por ello, creen necesaria «la construcción de una memoria que deje constancia pública de acontecimientos y experiencias traumáticas que han afectado a una sociedad», y emplazan a hallar unos «lugares comunes» en «el marco internacional de los derechos humanos y los valores éticos y democráticos».
Los autores, que han dado lectura al texto durante el acto, consideran que la dificultad «no radica en la pluralidad de memorias, sino en los relatos autojustificativos», que «perpetúan y cronifican el escenario de 'unos y otros', de 'unos frente a otros', y levantan muros de contención que aíslan, excluyen y alejan de la construcción de nuevos espacios para una convivencia democrática».
Por ello, abogan por una revisión crítica y autocrítica del pasado para garantizar la «no repetición», y que «interpela directamente y sin excusas a quienes tuvieron responsabilidades directas e indirectas en las diferentes expresiones de terrorismo y en todas la manifestaciones de violencia de motivación política y vulneraciones de derechos humanos».
En todo caso, explica que debe haber «una valoración ética porque toda violación de derechos humanos ha sido, es y será injusta». «Ni los conflictos políticos ni la razón de Estado justifican, en ningún caso, el uso de la violencia», advierte.
Además, argumenta que «el derecho a la verdad es un pilar fundamental en el que anclar la memoria para la convivencia», y recalca «la importancia del acceso a la documentación y la apertura de archivos para poder avanzar en él».
El documento destaca que «las víctimas representan la injusticia radical de la violencia y lo intolerable de lo sufrido». «El reconocimiento de todas y de cada una de ellas es fundamental para la construcción de una convivencia democrática sustentada en un futuro con memoria y verdad», apunta.
En esta línea, apuesta por «evitar su utilización política y su revictimización en el espacio público». Además, apunta a «la necesidad de que las generaciones más jóvenes adopten un papel activo en las políticas públicas de memoria».
El documento señala que la sociedad vasca se pregunta «por su pasado reciente, por las décadas de terror y graves vulneraciones de derechos humanos que han formado parte de las vidas de varias generaciones», para poder «crear mimbres sólidos que garanticen la no repetición y un convivencia democrática sólida».