El Lehendakari, Iñigo Urkullu, ha afirmado este lunes que el Museo Guggenheim de Bilbao se erige hoy en «símbolo de apertura, encuentro y tolerancia, más necesaria que nunca», en alusión a la guerra de Ucrania provocada por la invasión rusa, y ha abogado por «la convivencia democrática» y un futuro en paz. En la cena de gala por el XXV aniversario del Museo, ha recordado «el sufrimiento causado por la intolerancia y el fanatismo» en Euskadi y otros lugares, y ha pedido a los asistentes un recuerdo en silencio en memoria de las víctimas.
Urkullu ha dirigido estas palabras a los asistentes a gala, que ha reunido a numerosas personalidades, responsables institucionales y de otras entidades, entre ellos, el arquitecto Frank Gerhy, el presidente de patronato Solomon R. Guggenheim Foundation, J. Tomilson Hill, y los directores de los tres museos de Nueva York, Venecia y la capital vizcaína, Richard Armstrong, Karole Vail, de Venecia, y Juan Ignacio Vidarte, respectivamente.
El Lehendakari ha recordado el momento en el que se celebra este cuarto de siglo del Museo Guggenheim de Bilbao, cuando se ha superado la ola de la pandemia de la Covid, que «ha sacudido a todo el mundo y aún no se ha superado del todo», y en plena guerra de Ucrania.
«En momentos como este es frecuente escuchar lo que la cultura y el arte pueden aportar a la humanidad en un trance en el que están en juego cuestiones muy relevantes como la salud de las personas, nuestro bienestar, la libertad, la democracia, los derechos humanos y, especialmente, el derecho a la vida», ha apuntado.
Iñigo Urkullu ha destacado que, después de la pandemia y de las restricciones que se tuvieron que adoptar, la actividad cultural y la
del Museo, «se han convertido en lugares reclamados por la ciudadanía para encontrarse con personas conocidas y desconocidas, disfrutar, convivir, conocer o hacerse preguntas». «Esta es una aportación que la cultura nos ofrece en situaciones que se presumen difíciles», ha apuntado.
A su juicio, el Museo Guggenheim Bilbao es el que mejor indicador de cómo ha sido la transformación de la sociedad vasca desde el punto de vista económico y cultural. «Estos 25 años nos hablan de una sociedad que, en medio de una grave crisis económica, viendo declinar su actividad industrial, con una guerra a las puertas de Europa, en los Balcanes, con altas tasas de paro y rodeada de ruinas y suelos contaminados, no se resignó», ha subrayado.
Iñigo Urkullu ha resalatado que, por contra, Euskadi «apostó por recuperar los suelos industriales y portuarios, ganar competitividad, imaginar un nuevo urbanismo, diversificar su economía». De esta forma, ha explicado que los vascos apostaron por la cultura «como motor para recuperar el país».
«El Museo Guggenheim se ha convertido en un gran reclamo que atrae visitantes de medio mundo, fascinados por el carácter icónico de su arquitectura y por sus excelentes exposiciones; visitantes que, cuando llegan a nuestro país, descubren paisajes, cultura, gastronomía, costumbres o una vida social que les seduce», ha añadido.
En este sentido, ha remarcado que, en 25 años, Euskadi ha pasado «de ser un país con muy pocas referencias positivas en el exterior, a presentarse ante el mundo como una sociedad abierta, atractiva y moderna».
Tolerancia y respeto al semejante
«El efecto de este Museo ha sido fundamental en esta transformación. Este Museo nos habla de la confianza y el acierto de quienes lo impulsaron; de los millones de personas que nos han visitado y descubierto nuestro país; de las magníficas exposiciones que hemos podido visitar y conocer, algo inimaginable en el pasado. Nos habla también de tolerancia, de la necesidad de respetar al semejante y convivir, de disfrutar de la existencia y la confianza en nuestras capacidades y en nuestro futuro», ha manifestado.
Para el Lehendakari, «hoy el Museo Guggenheim es el espejo de la tolerancia tan necesaria y este país es el símbolo de su oferta al mundo para la convivencia; la tolerancia que queremos para nosotros y lo que ofrecemos a los demás».
«El magnífico edificio que Frank Gehry diseñó se erige hoy como símbolo de apertura, encuentro y tolerancia, más necesaria que nunca en el mundo que nos está tocando vivir. También nosotros hemos sufrido la intolerancia que hoy denunciamos. Una parte de nuestra sociedad decidió tratar de imponer por la violencia su proyecto político y destruyó familias, vidas, bienes y condicionó nuestra convivencia», ha afirmado.
Asesinato del ertzaina txema agirre
El Lehendakari ha añadido que «aquella violencia intolerante quiso destruir este Museo y todo lo que iba a representar». «En aquel intento segó la vida de un servidor público, el ertzaina Txema Agirre», ha resaltado, en alusión al agente que custodiaba el Museo Guggenheim de Bilbao, días antes de su inauguración y que evitó un atentado de ETA, pero perdió la vida a manos de los terroristas.
Iñigo Urkullu ha subrayado que esta conmemoración «es un buen momento para recordar el sufrimiento causado por la intolerancia y el fanatismo, en otros lugares y aquí en Euskadi». Por ello, ha invitado a todos los asistentes a la gala a ponerse en pie para recordar «a las víctimas de la intolerancia», y manifestar «en silencio» su apuesta por la «convivencia democrática, el respeto a los derechos humanos, y un futuro de paz y bienestar para todos los hombres y mujeres, aquí y en todo el mundo».