La escritora Susana Fortes, nacida en Pontevedra pero vinculada desde hace años a València, asegura que su «modo ideal es ser mediterránea a media jornada y atlántica lo que queda del día».
«El Mediterráneo y Galicia en muchos sentidos son las antípodas. El sol naciente y el sol poniente. La luz influye mucho en el carácter, en el estado de ánimo. De Galicia me gusta el misterio, la resistencia ante la adversidad, la ausencia total de exhibicionismo, la elegancia de saber callar a tiempo. Del Mediterráneo me encanta la luz, cierta actitud irreverente, ese espíritu hedonista de 'lo que va davant va davant'».
Así lo ha manifestado la autora en declaraciones a Europa Press con motivo de la publicación de 'Nada que perder' (Planeta), una novela de intriga en el que las imágenes y el relato sobre la trágica desaparición de dos niños se funden para iluminar las zonas en sombra.
Sobre qué supone este nuevo título en su trayectoria, Fortes comenta que «existe ese dicho de que todos los escritores acaban escribiendo siempre el mismo libro», aunque apunta que ella no lo cree.
«La historia de 'Nada que perder' empieza con el hallazgo en un yacimiento arqueológico de los restos óseos de unos niños desaparecidos en agosto de 1979, pero está contada veinticinco años después y en primera persona por la niña de ocho años que sobrevivió a lo que sucedió- fuera lo que fuese- aquel verano. El lector se va a encontrar con una atmósfera marcada por el paisaje atlántico. Hay mitología, secretos familiares, años ochenta, el comienzo del narcotráfico en Galicia. Está el mundo de la infancia, el miedo, los fantasmas del pasado, el estremecimiento ante lo desconocido, el peligro, los enigmas cuya solución está casi siempre en el fondo de uno mismo».
«El asunto no tiene nada que ver con la Florencia del renacimiento en Quattrocento, ni con la guerra civil de Esperando a Robert Capa, ni con el Londres de Septiembre puede esperar. Sin embargo estoy segura de que el lector reconocerá mi voz, por así decirlo. Algo en el carácter de los personajes, una manera de crear atmósferas quizá, de dejar que los lectores vaya atando cabos por su cuenta, de preservar la emoción. En el fondo, la clave para conseguirlo está en el lenguaje. Pienso que es eso lo que los lectores van a reconocer», comenta.
En 'Nada que perder', Galicia adquiere un protagonismo especial. «Es algo más que un mero escenario», recalca la autora, en especial la zona de la desembocadura del Miño y la frontera con Portugal. «Es casi una metáfora de la trama, sinuosa, recortada, llena de entrantes y escondrijos como la propia costa gallega. También lo es la costumbre autóctona de contestar una pregunta con otra pregunta».
Domingo villar
En este punto, Fortes evoca la figura de Domingo Villar, el escritor gallego fallecido en mayo. «Era uno de esos escritores irrepetibles que nos ha dejado huérfanos a muchos lectores. Tenía un oído finísimo para la calle, por eso bordaba los diálogos. Tuvo la grandeza de crear un personaje inmortal, Leo Caldas, que es lo máximo a lo que un novelista puede aspirar. Tenía eso en común con Vázquez Montalbán. A Leo Caldas y a Pepe Carvallho una se los imagina perfectamente compartiendo mesa en cualquier taberna de Vigo o Barcelona».
Finalmente, interrogada por si cree que pervive algún prejuicio contra el género negro, Fortes señala que «es posible que quede todavía algún prejuicio, pero no entre los lectores, sino entre algunos críticos un poco estirados».
No obstante, incide en que «a estas alturas nadie duda de que 'El largo adiós', por ejemplo, es una obra maestra, no del género negro, sino de la literatura universal». «Tampoco nadie en su sano juicio puede cuestionar a Patricia Highsmith. Ni a Domingo Villar, a Philip Kerr o a Benjamin Black, por citar sólo a tres de mis contemporáneos favoritos. Al final el género es lo de menos. Sin emoción no hay literatura», concluye.