El 55,6% de los madrileños con edades comprendidas entre los 65 y los 79 años confiesa beber alcohol, el 46% de forma, un 10% se declara fumador y más de un 67% sufre sobrepeso, aunque más de la mitad de la población de este grupo etario asegura tener una percepción buena o muy buena de su estado general de salud.
Así se desprende del informe del Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo asociados a Enfermedades No Transmisibles en mayores (SIVFRENT-M) correspondiente al año 2019, el último año antes de la pandemia, en base a más de mil entrevistas.
Con el mismo, el primero publicado para este tramo de edad, se trata de estimar la distribución y evolución de la prevalencia de los principales factores de riesgo asociados al comportamiento y prácticas preventivas para ayudar a establecer prioridades, planificar estrategias de prevención y evaluar los efectos de las intervenciones de salud pública.
En líneas generales, los consultados creen tener una buena o muy buena salud, algo que se da en el 57,5% de encuestados. Son los hombres los que mayoritariamente tienen esa percepción, con un 64,6% frente al 51,9% entre las mujeres. Una circunstancia que se cumple para las variables sobre país de nacimiento, nivel educativo o recursos económicos, excepto en la categoría de ingresos de 2.200 a 2.700 euros al mes por hogar, en la que se invierte la diferencia.
Hábitos de riesgo
Pese a ello, presentan algunos hábitos que ponen en riesgo su estado. Entre ellos, más de la mitad, un 55,4%, dice beber actualmente alcohol, un 46% de ellos de forma habitual (un 66% de hombres y un 30,2% de mujeres).
En cualquier caso, únicamente un 2% presenta un consumo promedio de alcohol considerado de riesgo, con un 2,5% entre los hombres y un 1,6% entre las mujeres.
Además, un 10,8% asegura fumar, con un 10,2% de forma diaria y un 0,6% que lo hace de forma ocasional. Aunque no hay distinción en cuestión de sexo, sí se aprecia un consumo mayoritario entre las mujeres con recursos superiores a 1.550 euros mensuales.
El sobrepeso u obesidad es otro de los factores que pueden afectar a la salud. En este sentido, el 67,2% de los consultados tiene tendencia a sufrir ambos.
En este caso concreto, estas circunstancias son un 1,1 veces más frecuentes entre los hombres que entre las mujeres. Así, el sobrepeso es más elevado entre los varones y la obesidad entre las féminas.
En cambio, sí cuidan su tiempo de descanso. En términos generales, los consultados duermen una media diaria de 6,96 horas (se recomiendan entre 7 y 8 horas): mayoritariamente los hombres, con 7,13, que las mujeres, con 6,8.
Asimismo, una aplastante mayoría, el 95%, atiende a las recomendaciones sobre cuestiones relacionadas con la medición de la tensión arterial y el nivel de colesterol. En el caso de otras prácticas preventivas como la realización de citologías y mamografías, test de sangre oculta en heces o colonoscopia/sigmoidoscopia, el porcentaje es considerablemente menor.
Red de apoyo y sentimiento de soledad
El estudio sobre los hábitos saludables en 2019, el último año antes de la pandemia, concluye además que la soledad no era percibida como un problema para ellos. Así, una amplia mayoría, el 78,1%, dijo no tener «nunca o casi nunca» sentimiento de soledad. Sobre este punto, los hombres presentan un nivel más alto (un 86,8%) sobre las mujeres (con un 71,1%).
En este sentido, el 81,8% de los encuestados aseguró tener de «3 a 5 personas o más» cercanas en caso de un problema personal grave, un porcentaje cinco veces mayor entre los hombres que entre las mujeres (84,4% frente al 79,7%).
Convivir con el dolor
El estudio también apunta a dificultades como la sensación de cansancio que afecta a las personas de esta edad o al padecimiento de dolor físico. En concreto, un 55,4% dijo tener dolor de cualquier intensidad, desde muy leve a severo o extremo, un porcentaje que va aumentando según avanza la edad y en el que también se percibe una diferencia por sexo.
Así, se constata una prevalencia de las mujeres que aseguran sentir dolor persistente: el 67,6% frente al 39,9% de los hombres. Al cruzar con otras variables sociodemográficas, hay grandes diferencias siendo siempre mayor el porcentaje en las mujeres, desde dos veces y hasta casi cuatro veces más.
También hay diferencias si se tiene en cuenta los recursos económicos y estudios. De este modo, el dolor severo a extremo es mayor en los niveles bajos que en los altos.
Además, el 27,6% de los consultados afirma haber tenido limitación en las últimas cuatro semanas para las actividades de la vida cotidiana debido al dolor. La limitación a la movilidad por dolor severo-extremo fue del 9,9% (un 6,3% para hombres y un 12,7% para mujeres).
En relación con este punto, únicamente el 6,7% dijo tener problemas para andar o trasladarse siempre o frecuentemente --un 8,2% en las mujeres y un 4,8% en los hombres--. Y solamente un porcentaje muy bajo, el 8,4%, ha sufrido una o más caídas con asistencia sanitaria en el último año, siendo 3,4 puntos porcentuales más habitual en las mujeres que en los hombres (16,1% frente al 12,7%).
Además, el 12% de los cuestionados aseguró tener miedo a caerse siempre o frecuentemente (5% en hombres y 17,5% en mujeres), mientras que el porcentaje se eleva al 15,2% (el 17% en el caso de las féminas y un 8,9% en el de los varones) entre los que dicen tener «siempre o frecuentemente» limitaciones en su actividad.
Autonomía personal
En cuanto a las Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD), orientadas al cuidado personal, el grado de autonomía de este grupo etario está sobre el 95% para cada ítem consultado.
Así, el más frecuente en la categoría «alguna dificultad» fue levantarse o sentarse en una silla o acostarse (4,3%), seguido de ducharse o bañarse (3,5%), mientras que en la categoría «mucha dificultad o imposibilidad de hacerlo solo» el mayor porcentaje se alcanzó en el de vestirse o desvestirse (1,5%).
En cualquiera de los casos, las mujeres obtuvieron valores más elevados que los hombres. El grado de dependencia observado de cualquier gradación fue de 7,6% (en hombres 3,9% y en mujeres 10,9%), con un aumento progresivo por edad que casi se triplica en el tramo de 75 a 79 años.
En el caso de las Actividades Instrumentales de la Vida Diaria (AIVD), orientadas a tareas habituales para vivir de manera independiente, la dependencia moderada a grave y total fue de un 7,2% (principalmente entre mujeres, con un 9,7%, frente al 4,1% en los hombres).
Sobre este punto, en la encuesta se observa un incremento progresivo al aumentar la edad, mientras que teniendo en cuenta los recursos económicos o el nivel educativo hay una mayor dependencia en los niveles más bajos.
Un 10,5% de los consultados, además, dijo ser cuidador de persona mayor o persona con enfermedad crónica. Sobre este punto, las mujeres superan en casi 4 puntos a los hombres (12,2% frente al 8,4%).
Participación de la vida social
En cuanto al interés y participación en la vida social, el 80% indicó que hacía menos de una vez al año o nunca actividades formativas o realizaba algún tipo de voluntariado, mientras que en el caso de actividades culturales, turismo o hobbies relacionados con el entorno doméstico, residencia o barrio, el porcentaje de no realización se situó entre el 30 y el 40%.
Respecto a otras actividades sociales como ir al club o centro de mayores, salir a comer o cenar, reunirse con amigos o ir de fiesta, un 16,3% dijo no hacerlo nunca o menos de una vez al año. Por sexo, no se observan grandes diferencias excepto en actividades sociales, en las que hay una diferencia de 6,9 puntos porcentuales, con mayor participación de hombres que de mujeres (12,5% vs 19,4%).