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«Cuando nace un bebé, también nace una madre y muere una parte de la mujer que era»

Elena Torrens, consultora de Lactancia Certificada

Elena Torrens, consultora de Lactancia Certificada, IBCLC.

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Soy Consultora de Lactancia Certificada, IBCLC L-310109, enfermera experta en neonatos, prematuros, bajo peso y situaciones especiales. Técnico especialista en educación infantil y crianza, y mamá de 4.

Una Consultora de Lactancia Certificada (IBCLC, International Board Certified Lactation Consultant) es una profesional de la salud especializada en el manejo clínico de la lactancia materna. Las Consultoras Certificados en Lactancia Materna trabajan dentro de unos estándares y de acuerdo a un código ético establecido por el IBLCE y aceptado por las propias Consultoras.

Desde hace más de 15 años acompaño a familias en su proceso de maternidad, paternidad y lactancia. Es por ello por lo que he podido comprobar la escasez de los recursos que se necesitan para sostener y acompañar a las familias en este momento tan trascendental y desconcertante como es el nacimiento de un hijo.

La soledad que siente una mujer cuando se convierte en madre, la incertidumbre con la que se encuentra, la ambivalencia en la crianza y la presión de la sociedad patriarcal en la que vivimos hace muy necesario la intervención y acompañamiento de profesionales mediante intervenciones basadas en la evidencia.

Porque ser madre es lo mejor y lo peor que me ha pasado, así tal cual, y no me avergüenza reconocerlo. La maternidad te enfrenta con tu peor versión, con tus fantasmas y tus heridas y a la vez con momentos mágicos llenos del amor más puro que existe. Sin embargo, las mujeres experimentamos la maternidad desde el silencio, la soledad y la presión de una sociedad que no reconoce la necesidad de proteger, acompañar y sostener la crianza y la lactancia.

Las familias necesitan políticas de conciliación y protección reales. Dejemos de infantilizar a las madres, de romantizar la maternidad y empecemos a verla con perspectiva y realidad. Reconozcamos la vulnerabilidad de una mujer que acaba de parir desde el respeto y la admiración. Trabajemos para que ninguna mujer sufra soledad, juicio y presión en uno de los momentos más trascendentales de su vida y de la de su bebé.

Cuando nace un bebé, también nace una madre y muere una parte de la mujer que era. Las familias, las mujeres necesitan encontrar en su camino profesionales formados y actualizados, que la acompañen más allá de infantilizar y juzgar.

Cuando voy a un asesoramiento a domicilio encuentro a madres sosteniendo a sus bebés en brazos, sobre sus pechos. Tienen miedos, inseguridades. Están agotadas física y psicológicamente. Buscan respuestas, seguridad y acompañamiento. Y lo más anecdótico es que, aún en esta situación, muchas de estas madres se disculpan conmigo porque tienen la cama sin hacer, o la cocina sin recoger y la casa 'patas arriba'. La maternidad no es cómo nos la han contado y eso desconcierta. Es imposible llegar a todo, es agotador ser la mujer ordenada, la madre perfecta, la esposa maravillosa, la hija complaciente, la amiga divertida, la productiva, la que ha recuperado el peso y además con una sonrisa... mientras damos respuesta a las necesidades de tu bebé y a las tuyas como madre puérpera.

En cada asesoramiento veo a una madre poderosa, valiente y perseverante y me he preguntado muchas veces por qué nos cuesta tanto confiar en nosotras mismas, por qué dudamos tanto de nuestras capacidades para criar y lactar, por qué no somos capaces de ver el poder de una madre que acaba de dar vida. La respuesta os la contaré en otra ocasión.

Entonces hablamos un rato, realizo una anamnesis, valoro una toma, reímos, lloramos, compartimos miedos e incertidumbres. La mayoría de las veces la pareja observa atenta la situación, también está descolocada. No sabe cómo actuar.

Ser asesora va más allá de corregir una postura, afianzar un agarre, explorar un bebé y registrar su anamnesis. Siempre, además de la intervención en sí. Se trata de validar emociones, sostener la situación, escuchar activamente, respetar y empoderar.

Cuando una madre confía en sí misma y en su capacidad para lactar a su hijo/a, todo fluye con más facilidad. Hagamos que eso ocurra, dejemos de juzgar sus decisiones, su aspecto, su labilidad y acompañemos desde el conocimiento y el respeto. Las decisiones las toman las familias, son las madres quienes deciden. Me siento afortunada porque tras cada asesoramiento realizado, no sé quién ha aportado más a quién. Las madres me sorprenden cada día y me enriquecen, no sólo como profesional, sino también como persona.

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