Los médicos internistas son lo más parecido a los médicos de familia dentro de los hospitales por su visión integradora de las diferentes patologías del cuerpo. Su especialidad es de las menos conocidas y debería ser de las más valoradas pues a ellos se acude ante un difícil diagnóstico. Pocos saben, por ejemplo, que los internistas tomaron la batuta de las muchas unidades COVID que se fueron creando de cero durante la pandemia. La presidenta de la Sociedad Balear de Internistas, Eva María Delgado (Córdoba, 1973) reivindica desde Son Espases su figura, poco después de que el mismo Congreso de los Diputados aprobara una iniciativa en la que se promueve esta especialidad.
Dicen que es la reina de las especialidades médicas sin embargo Medicina Interna es una gran desconocida para la sociedad ¿A qué se dedican?
—Es una de las especialidades más completas porque abarca muchas áreas de conocimiento y sobre todo al paciente pluripatológico, es decir, al complejo, que presenta problemas en varios órganos o sistemas, por ello la figura del internista es clave en el momento actual. Nos somos órgano dependientes, vemos el cuerpo como un todo, un conjunto, desde la complejidad.
Todo el mundo debería ser un poco internista.
—Somos los generalistas de todos los médicos. Por ejemplo el cardiólogo solo ve el corazón pero si al mismo paciente se le descompensa el pulmón no lo sabría tratar. El internista sabe manejarlo todo, lo renal, lo respiratorio… Somos una especialidad troncal.
Dicen que uno de cada seis pacientes que ingresa en un hospital es atendido por su especialidad.
—O incluso más porque recibimos a todos los pacientes que entran sin diagnóstico. Cuando vemos si se necesita la ayuda de otro especialista porque hay un problema cardiaco, oncológico o respiratorio se lo pasamos para que haga el soporte, pero es el internista el que ve todos los cuadros indefinidos y orienta la patología para dar el tratamiento que toca.
¿Hay suficientes plazas de formación para Internista?
—Deben ampliarse pero a veces no se cubren, yo creo que por el desconocimiento de los estudiantes. Es la especialidad médica por excelencia aunque también es la más sacrificada. Trabajamos con infecciosas, enfermedades raras, autoinmunes, vemos al pluripatológico complejo... Tenemos muchas áreas de conocimiento, un paciente con una patología importante se pasa por un internista y sale diagnosticado.
En una sociedad cada vez más envejecida ¿Cómo ha cambiado su especialidad?
—Una buena parte de nuestros pacientes son añosos y complejos. Cada vez hay más crónicos avanzados porque aumenta la esperanza de vida y nos hemos ido adaptando a las nuevas necesidades. Cuando se descompensan puede ser por varios frentes por lo que hay que apostar por tratamientos específicos. Ahora hay más estancias programadas, pluritratamientos, se hacen más pruebas complementarias para ajustarse mejor a las patologías y les seguimos cada poco tiempo para evitar que ingresen en los hospitales porque eso les perjudica mucho, de ahí también que se apueste por los hospitales de día y las unidades ambulatorias.
Saben de todo pero se centrarán en ciertos tipos de pacientes… Se convirtieron en un referente durante la pandemia, ¿cómo les afectó?
—Llevamos a casi todos los pacientes no críticos que ingresamos. Fue muy duro porque desconocíamos los manejos y tuvimos que dirigir tratamientos de forma empírica, según las características del virus. También formamos a otros especialistas. Nos apoyamos en cardiólogos, nefrólogos, hematólogos para llevar las unidades COVID y sobre todo, neumólogos. Lo afrontamos sin saber cómo. Nuestra especialidad es en la que todo el mundo se apoya cuando hay algo desconocido, de ahí su importancia para estar en primera línea de batalla.
¿Y qué tal están ahora de salud mental?
—Todo el mundo ha salido muy cansado de la pandemia y a todos nos ha afectado. La gente está más seria, distante, enfadada, irascible… En el mometo no lo pensabas porque estabas intentando controlarlo pero hemos pasado estrés e inseguridad al no saber cómo manejar al paciente o si tendría fin. Ha costado volver al trabajo normal, ha habido bajas y gente que ha enfermado.
Pasado un tiempo hablan de una avalancha de pacientes crónicos descompensados.
—En época de pandemia el hospital se cerró para al virus. Crecía la lista de espera y la gente que no quería venir por miedo. Hemos tenido muchos picos de descompensaciones pero ahora hemos vuelto a la normalidad. Las listas bajan y los internistas somos los más asequibles. Cuando desde Atención Primaria te derivan al especialista a veces hacen doble consulta con nosotros porque hacemos de puente y tenemos menos lista de espera.
¿Les llegan los casos de COVID persistente?
—Bastantes, pero se han distribuido mucho. Los asumen de Neurología, Neumología u Otorrino porque son pacientes con síntomas específicos tras tener COVID que, como muchos virus, altera el sistema inmunitario.