Carmen Vidal (1988, Palma) abrió su primera consulta de Odontología hace seis años. Con el reciente cambio de ubicación, en la calle Arxiduc Lluís Salvador, ha aprovechado para aplicar un cambio de concepto que pasa por ofrecer una odontología «más biológica e integral».
¿Cómo es eso?
—Entendiendo que la boca forma parte del cuerpo y saliendo del tratamiento tradicional de empastar las caries para preguntarse por qué se tiene una caries.
¿Dan otro tipo de servicios?
—Tengo un postgrado en psiconeuroinmunología (la PNI) una rama que sale de fisios y enfermería, en la que se miran los distintos tipos de emociones, el descanso… El sistema inmune depende de cómo vivimos nosotros. Antes hice mi tesis con pacientes oncológicos y todos sabemos que el que tiene una mentalidad más positiva tendrá menos efectos secundarios de la quimioterapia. Hay estudios sobre cómo la actitud del paciente o su entorno determinan su recuperación.
‘Somos lo que comemos’ es más que una expresión.
—Tal cual. Escoger un alimento bueno o malo para ti depende mucho del amor propio. Si la comida basura no te hace bien ¿por qué la comes a menudo?
¿Porque nos gusta el sabor?
—Sí, pero no es bueno para ti. ¿Querrías que tu hijo fumara? Pensamos en lo que es bueno para nuestros niños pero hay que pensar también en uno mismo. El problema de la boca está muy relacionado con la autoestima, sobre todo el de encías.
¿Por qué?
—En las encías puede haber una inflamación, o gente que tiene periodontitis, que son unas bacterias que afectan al soporte y hace que los dientes se caigan. Pero la función de los dientes es comer, sobrevivir, comunicar… Hay pacientes que tienen conflictos o problemas personales que afectan a su boca, como la ansiedad o el estrés. Por eso no sólo tratamos las encías, queremos entender por qué su sistema inmune no puede frente a esta bacteria; por qué si hay dos pacientes fumadores, uno tiene las encías perfectas y el otro no ¿cuál es la diferencia?
¿En qué consiste un tratamiento integral?
—Miramos el día a día del paciente, cuántas horas duerme y si descansa, que es importantísimo. Su estilo de vida, qué come, cuántas veces. A veces pido analítica... Toda la población tiene déficit de vitamina D y se puede ser más propenso a la caries. Si entendemos la fisiología veremos que está todo conectado.
Lo de relacionar la caries con comer caramelos se queda corto.
—Está claro que sin azúcar no hay caries pero es verdad que vemos a hermanos que comen lo mismo y uno tiene y el otro no porque no son los mismos niños.
Esta visión es nueva.
—Esto es la epigenética que lo que hace es tratar de quitar las etiquetas. Nos dice, por ejemplo, que el hecho de que tu padre fuera diabético no quiere decir que tú lo vayas a ser. Heredas sus patrones pero la diabetes se está revirtiendo, la hipertensión también. Si cambias el estilo de vida, el entorno, cómo te mueves, cómo piensas, las relaciones tóxicas… Puedes sanar.
Los hay que dirán: me quitas lo que me gusta.
—Pero es que te gusta lo que te mata. Las células necesitan grasas saludables y proteínas y eso es lo que quiere el cuerpo. Pero todo está pensado para ser adictos: al azúcar, a las salsas, a la sal… Al final pasamos del brócoli porque no tiene sabor.
¿Hay que volver a los orígenes?
—A lo que se hacía hace 60 años. Yo le recuerdo a mi padre que él se movía, iba en bicicleta, comía de verdad, el pan y la leche eran de verdad, ¿cuántos alérgicos había antes? ¿Y ahora? La microbiota intestinal del sistema inmune de la población está fatal. Los niños se alimentan de productos, no saben comer.