El doctor Rafael Morales (Madrid, 1960) es el jefe de sección de Cirugía General y Digestiva de Son Espases y coordinador de Cirugía Oncológica Peritoneal. Ahora también es nuevo académico numerario de la Real Academia de Medicina de Balears donde ayer impartió un discurso de recepción titulado ‘La cirugía del cáncer de páncreas en pacientes de edad avanzada, ¿dónde está el límite?’.
El cáncer de páncreas es uno de los más esquivos, ¿por qué?
— Sólo entre un 25 y 30 % de los tumores de páncreas se pueden operar porque cuando son diagnosticados normalmente están en una fase avanzada. Son esquivos porque no dan síntomas o son escasos; o bien porque por su localización está en una zona con una gran cantidad de vasos linfáticos y tejido y el tumor se mete en esas áreas, de forma microscópica, y cuando es diagnosticado, muchos pacientes ya tienen diseminación. Hay que trabajar mucho porque tiene mal pronóstico pero está mejorando día a día, hay ventanas de esperanza. Su incidencia aumenta, porque nos hacemos más mayores y el principal factor de riesgo es la edad. Esto supone un reto porque tenemos pacientes mayores con tumores resecables, es decir, que se pueden extirpar.
¿Y dónde está el límite?
— La cirugía del páncreas suele ser compleja y la posibilidad de complicaciones postoperatorias es mayor. Al paciente le consume mucho y no todos están en condición óptima para ser operados. Cuando estudiaba en Puerta del Hierro se rechazaba a pacientes de más de 75 años por la edad, hoy día operamos a personas de 80 años. Los cuidados postoperatorios y técnicas quirúrgicas son mejores, por eso nos atrevemos pero, cuidado, hay que calibrar. En el grupo de trabajo de Son Espases hemos demostrado que los operados de más de 75 años tienen una supervivencia similar a los más jóvenes pero más complicaciones en el postoperatorio y más mortalidad.
Con la tecnología tan avanzada, ¿no se puede llegar a ver bien esta zona?
— La radiología e imagen es cada vez más precisa pero el problema es el tumor, se ve cuando ya ha dado síntomas de extensión.
¿Qué síntomas deberían preocuparnos?
— Son sutiles y ése es el gran quebradero de cabeza del cáncer. Los iniciales son fatiga, cansancio, disminución del apetito, pérdida de peso… En el caso de los tumores de cabeza de páncreas, la vía biliar que es el conducto de transporta la bilis desde el hígado hasta el intestino, pasa a través del páncreas. Si un tumor crece la comprime y no puede drenar. Es cuando el paciente se pone amarillo, lo que se llama ictericia. Es un síntoma de alarma de los más precoces.
¿Se ha avanzado en los últimos años en su tratamiento?
— El cáncer de páncreas era poco quimiosensible o muy quimioresistentes, hasta ahora respondía muy mal a este tratamiento. En los últimos 10 años se han desarrollado nuevos fármacos citostáticos que penetran mejor. Es un avance enorme porque aumenta la supervivencia de forma significativa. Llevamos tumores grandes a quimioterapia como primer tratamiento, durante cinco meses antes de operar, lo que permite disminuir el número de ganglios linfáticos afectados y podemos rescatar a pacientes de tumores que eran no resecables. La tasa de respuesta ha pasado de un 10 % o menos, a un 40 %.
¿Hay un porcentaje de este cáncer que sea genético?
— Se sabe que las personas con padres con cáncer de páncreas tienen mayor riesgo a desarrollarlo. Por desgracia no hay establecido un cribado y los marcadores tumorales utilizados en otros tipos de cáncer no son útiles en éste.
¿Cómo recibió la noticia de la ampliación del cribado de cáncer de colon? ¿Lo considera viable?
— Es un tema apasionante. El cribado gana adeptos porque ha demostrado su gran utilidad. El problema es poner en marcha una tecnología que esté al alcance de todos pero sin recursos necesarios, ya veremos.