Autores: Albert Orfila, Carlos Montes de Oca, Fernando Fernández, Miquel Alzamora, Carlos Róman, Tolo Jaume, Juan Pedro Martínez y Miguel Vidal.
El Mallorca vivió entre las temporada 92-93 y 96-97 un largo lustro de transición. Cinco temporadas en el infierno de la Segunda División en los que el futuro a nivel deportivo, económico y social de la entidad llegó a estar en peligro. Estancarse en la categoría de plata pasó factura a un equipo que, hasta la llegada de Beltrán y el Grupo Zeta al accionariado, pasó de ser una referencia a pelear por mantener la categoría y no bajar.
En la primera campaña tras el descenso (92-93), todo parecía preparado para retornar por la vía rápida. Con Serra Ferrer y un equipo confeccionado con la base del grupo que jugó en Primera División meses atrás, una derrota ante el Villarreal en el Lluís Sitjar en la penúltima jornada, con el cava ya en la nevera, frustró la celebración y condenó al Mallorca a una promoción ante el Albacete en la que la derrota en la ida, en Palma, fue determinante. La polémica destitución de Serra Ferrer y la llegada de un cuerpo técnico de urgencias encabezado por Jaume Bauçà pusieron el colofón a un curso para olvidar.
Bauçà asumió el reto de seguir al frente del equipo en la temporada 93-94, y ya con recursos más limitados, pero apoyado en Milojevic, Stosic, Prats, Bogdanovic o Juan Sánchez, entre otros, alcanzó una brillante quinta plaza, rozando la promoción.
Temporada 94-95
Más movido fue el curso 94-95. Tirando de veteranos como Mino o Serna y cada vez con un plantel más ajustado a las limitaciones económicas, Bauçà iniciaba la temporada, pero tras un esperanzador inicio, las cosas se torcieron, acabando con el cese del entrenador de Sineu.
Nando Pons asumió la dirección técnica, pero la dinámica del equipo siguió siendo descendente. Como último cartucho, el consejo de administración que encabezaba Miquel Dalmau eligió a José Antonio Irulegui como revulsivo. Mantener la categoría era el único objetivo, y el preparador vasco lo consiguió sin apuros, dando un nuevo aire al vestuario que le valió la renovación.
Eso sí, la planificación de la temporada 95-96 iba a estar marcada por un golpe de teatro decisivo para conocer y entender la historia contemporánea del Real Mallorca. Irulegui, Bonet y Dalmau diseñaron un equipo con la meta de seguir en Segunda, un proyecto de supervivencia en un momento delicado para el club.
Hasta que, poco antes de arrancar el curso, Bartomeu Beltrán aparecía para reventar el mercado y convertirse en el presidente, con el Grupo Zeta a la sombra, para hacerse con el poder accionarial de la SAD.
De la salvación al ascenso, con Irulegui, la base del equipo confeccionado y una larga lista de fichajes que llevaron al Mallorca a ser uno de los grandes favoritos. Esa presión se llevó por delante al propio Irulegui y a su sustituto, Mané. Damià Amer ejerció interinamente de entrenador, cerrando el curso Víctor Muñoz, junto a 'Pichi' Alonso. Ellos llevaron al Mallorca a la promoción ante el Rayo, que levantó el 1-0 del Sitjar y frustró el ascenso.