Autores: Albert Orfila, Carlos Montes de Oca, Fernando Fernández, Miquel Alzamora, Carlos Róman, Tolo Jaume, Juan Pedro Martínez y Miguel Vidal.
En las últimas décadas y coincidiendo con los mejores episodios de sus libros de historia, el mallorquinismo ha tenido que ampliar y actualizar una colección de ídolos impresionante. Desde los ochenta hasta 2016 las gradas del Lluís Sitjar y Son Moix han vibrado con futbolistas de todo perfil y condición que han elevado al club a una dimensión desconocida.
En los ochenta y a falta de una estabilidad que solo aparecería años más tarde, la afición volvió a disfrutar de ver a su equipo al lado de los grandes y se enamoró de las paradas de Zaki Badou, un guardameta marroquí que además de erigirse en el primero que le detenía un penalti a Ronald Koeman en el fútbol español, conectó rápidamente con la hinchada e inauguró una nómina de guardametas de oro a la que más tarde también han accedido Carlos Ángel Roa, Leo Franco o, más recientemente Dudu Aouate, sin descuidar a otros como Kike Burgos o Miquel Àngel Moyà.
Antes de volver a Segunda para regresar por última vez a Primera y duplicar su tamaño, el Mallorca también le hizo un hueco en su corazón al defensa yugoslavo Zoran Vulic, a Luis García, que llegó a la selección desde Es Fortí, o a Enrique el Tronquito Magdaleno, que durante muchos años copó los mejores registros goleadores de la entidad. Cerca de aquella época empezó a emerger la figura de Miquel Àngel Nadal, Francisco Chichi Soler o Gabi Vidal, representantes de la brillante cantera isleña.
Regreso a Primera
En 1997 y a partir del regreso a Primera el mallorquinismo fue amontonando fetiches. El más importante de todos, en la figura del camerunés Samuel Etoo, clave en el título de Copa o en la aventura del Mallorca en la Liga de Campeones. Y no muy lejos de él, Jovan Stankovic, que además de marcar el último gol del equipo en el Sitjar y de brillar en las alturas ya había contribuido también a salir del pozo de la Segunda División. Exactamente igual que Javier Olaizola, que desde su puesto en la defensa conquistó con su coraje a todo el mallorquinismo.
Marcelino Elena, Dani García Lara o Vicente Engonga dejaron su sello en forma de históricos goles enEuropa. Junto a ellos, José Carlos Nunes, el gran capitán, y el Caño Ibagaza, los extranjeros como más recorrido en la vida de un Mallorca que tampoco ha olvidado la zurda y los libres directos del venezolano Juan Fernando Arango, la magia y la clase de Diego Tristán o las carreras hacia la puerta contraria de Albert Luque.
Tampoco la puntería de Dani Güiza, que se puso la Bota de Plata del fútbol europeo después de firmar 27 dianas jugando en la Isla. Lujo en rojo y negro.