El turismo de gran parte de Europa y otras partes del mundo tiene en su punto de mira a las Islas Baleares como opción vacacional. Y no es para menos puesto que de las islas atraen muchas cosas como pueden ser la gastronomía, la gente, el paisaje... y, posiblemente, las playas por excelencia.
Las playas de Mallorca, un lujo para el residente, gozan de gran prestigio. Algunas son inmensamente famosas, algo que se ha conseguido gracias al cuidado de las mismas y al encanto que las viste. Pero no solo las playas más famosas como la de es Trenc, en el municipio de Campos y todo un reclamo, puesto que una vez en tierra mallorquina, el turista no tiene más que mirar a su alrededor para encontrar otros enclaves menos conocidos pero de igual belleza, entre ellos calas solitarias de aguas tranquilas y transparencia llamativa con mantos de armoniosa arena que cubren sus longitudes... un ejemplo podría ser Cala Figuera. El residente de Mallorca conoce muy bien estas playas y sabe que son oportunidades perfectas para el relax, puesto no suelen tener una gran aglomeración de bañistas.
Pero no sólo las playas de arena son una opción. El litoral mallorquín regala playas y calas para las necesidades y gustos de todo el mundo; así pues las calas de piedra también son muy preciadas. Un buen ejemplo es Alcanada, en Alcúdia, gran favorita para pasar una jornada completa de playa gracias a sus zonas de pinar que proporcionan sombra y, por supuesto, por la claridad de sus aguas. Este tipo de playas están muy presentes en la zona norte a lo largo de la Serra de Tramuntana, ya Patrimonio de la Humanidad.
A medida que nos acercamos a las costas bajas (también de piedra o arena) y más cerca ya del noreste, la accesibilidad de las playas es mayor, algo agradecido por el turista extranjero y las familias en general. Buenos ejemplos son sa Canova, Cala Mesquida o Cala Agulla. Las dunas de Pollença, Alcúdia o es Trenc, (considerada como una de las más conservadas y hermosas), son otro regalo natural. Además de lo mencionado respecto a sus aguas, los largos paseos a pie por sus blancas arenas potencian el atractivo de las playas.
El litoral permite ser recorrido a través de embarcaciones, regalando a nuestra vista un prisma totalmente diferente del paisaje que disfrutamos desde tierra, en este caso desde el mar hacia la isla.