El hogar es el centro de nuestra vida. Se ha convertido con el paso de los años y el cambio en los hábitos en escenario de gran parte de la vida social, del ocio e incluso de la actividad deportiva, además de ser de forma natural el centro de la vida familiar. Acontecimientos como la gran pandemia vivida no ha hecho más que consolidar nuestra casa en estos nuevos papeles.
En este contexto, al que se une la cada vez mayor demanda de equilibrio y sostenibilidad, han cobrado una especial importancia las llamadas ‘casas biopasivas’. Cumplir los preceptos de la construcción passivhaus es imprescindible para que una residencia se considere de esa manera. Passivhaus es una denominación muy clara bajo la que se engloban construcciones que busquen la máxima reducción posible de su demanda energética.
Son viviendas que reducen su impacto en el ambiente hasta minimizarlo, llegando en algunas ocasiones a rozar el consumo cero. La principal premisa es construirlas de forma que su interior sufra las menores variaciones de temperatura posibles. Esto se traducirá en una menor necesidad de energía para calentar en invierno o enfriar en verano, tendiendo siempre a que no haya necesidad de hacer ninguna de las dos cosas. Las claves para lograr esto se centran en varios elementos muy importantes, como son el aislamiento adecuado en las paredes o la optimización de puertas y ventanas.
Y es que si una vivienda está bien aislada del exterior la temperatura interior será más fácil de conservar. Se deben evitar por tanto las filtraciones de aire, en las que son realmente importantes esas puertas y ventanas de alto rendimiento y calidad, tanto en sus elementos fijos como en los batientes y en los vidrios. Asimismo, se debe garantizar una ventilación que no dé al traste con el aislamiento, para lo que se han desarrollado sistemas de ventilación mecánica controlada, que dispongan además de recuperadores de calor. Otra pieza clave será evitar la creación de puentes térmicos, es decir, elementos de la construcción que transmitan la temperatura y dejen que el calor irradie al interior o se escape al exterior.
Pero no solo estos requerimientos dan a una casa la condición de biopasiva. Se han de utilizar también criterios de sostenibilidad a la hora de realizar la obra de construcción. Lo necesario para ello es la utilización de materiales lo más naturales posible, sin agentes tóxicos y teniendo siempre la sostenibilidad como principal objetivo. Es muy adecuado adaptar la casa a los materiales presentes en la zona, para así evitar que se tengan que traer de otros lugares con las consiguientes emisiones de dióxido de carbono. Además existe la ventaja añadida de que estos materiales suelen no contener elementos tóxicos, por lo que la salud de los habitantes también se verá beneficiada. Se tratará de evitar, de la misma forma, la utilización de pinturas o barnices que contengan sustancias nocivas.
Además de los materiales, el diseño de las casas es también muy importante, y hasta los más pequeños detalles cuentan. Se deben tener en cuenta factores como la orientación, la luminosidad del entorno o la presencia de vegetación para ser aprovechada. El ambiente natural puede ser un excelente regulador de la temperatura y, si es posible, se tiene que aprovechar. Tampoco se puede perder de vista la producción de residuos, que se debe tender a minimizar para alcanzar el estatus de biopasiva. A esto se puede sumar el uso de la tecnología. La domótica inteligente puede conseguir que se obtenga un rendimiento aún mayor a todos los elementos antes citados.
Esta domótica se encargaría, por ejemplo, de velar por mantener temperaturas constantes, detectar problemas de rendimiento o avisarnos si alguno de los equipamientos del hogar necesitase de mantenimiento o modificación. Son todos ellos factores de lo que se ha venido en denominar como arquitectura bioclimática, en la que se reúnen todos los elementos clave para alcanzar un modelo de construcción que no represente un problema añadido para el entorno natural.
La necesidad de que la sostenibilidad marque el desarrollo del sector de la vivienda ha producido la irrupción de este estándar de calidad medio ambiental. Es sin duda un salto cualitativo frente a las más familiares casas pasivas, que tienden a ese menor impacto ecológico al buscar un consumo muy reducido de energía. Las biopasivas son una nueva meta, una vuelta de tuerca, un nuevo paso en la búsqueda de la sostenibilidad. Su coste evidentemente es mucho más elevado que el de la construcción tradicional, ya que no se adapta a las condiciones del mercado sino a las condiciones y
la exigencia del entorno. Sin embargo, esto no quiere decir que a largo plazo sean una desventaja económica. Su rendimiento se logra a largo plazo, cuando tras años de utilización se pueda hacer balance entre el coste y el consumo energético, que puede llegar a ser hasta del 75 % con respecto a una casa normal.