Rafa Nadal ya no se esconde sus cartas. Tras su derrota el martes contra Älex De Miñaur en la segunda ronda del Conde de Godó, confesó que «el plan en Madrid sería seguir una progresión. Roma un poco más, y que en París que sea lo que Dios quiera. Si hay que intentarlo, será en Roland Garros. Ahí sí, no habrá otra», aseguró. Para ello, lo principal será que el cuerpo le respete. En París, ya sin el freno de mano puesto como él mismo confesó que ha jugado en Barcelona, será un cara o cruz.
De Miñaur, número 11 del mundo y que hace dos años tuvo contra las cuerdas a Carlos Alcaraz en el torneo barcelonés, se enfrentó a un Nadal que mostró un nivel más que aceptable. La lentitud en algunos de sus movimientos laterales ojalá se deba a esas precauciones que se autoimpuso para evitar cualquier susto y en cuanto a sus golpes, lo más destacable, que no es poco, fue lo bien que le funcionó el revés. El jugador australiano cosió a dejadas a Nadal y en algunos de estos puntos se vio al mallorquín con falta de reacción sin desmerecer el toque de su rival. Habrá que ver también cómo evoluciona su servicio, lastrado por sus molestias abdominales.
A pesar de la derrota, la semana se puede considerar positiva porque Nadal aguantó en pista sin que, al parecer, se haya resentido de alguna de sus múltiples problemas. Además, después de tanto tiempo parado dejó algunas pinceladas del nivel tenístico que aún atesora y, por último, lo más intangible pero quizás tan importante como no resentirse físicamente: Nadal aún tiene las ganas y la motivación para hacer algo grande en el crepúsculo de su excelsa carrera deportiva. En las próximas semanas vamos a asistir a una montaña rusa de emociones. Los medios de comunicación y aficionados ensalzarán las victorias y el souflé bajará cuando llegue alguna derrota. Y todo ello supeditado a que su cuerpo cogido con alfileres responda.
En los últimos años se ha comprobado cómo Nadal no ha necesitado jugar mucho para llegar a Roland Garros con las opciones intactas. Por ejemplo, en 2020, apenas se disputaron torneos previos a la cita parisina por la pandemia y Nadal bordó el tenis en la final contra Djokovic. Y en 2022, el ‘manacorí' se presentó al Grand Slam parisino con un pobre balance en tierra. No jugó en Monte Carlo ni Barcelona para recuperarse de una fisura en la costilla sufrida en Indian Wells. Perdió en Madrid en cuartos contra Alcaraz y en octavos frente a Shapovalov en Roma. Pero en París Nadal siempre es otro. Apenas dos partidos le bastaron para coger el tono deseado y dio buena cuenta de Auger-Aliassime, Djokovic, Zverev y Ruud para alzar su 22º Grand Slam a pesar de tener un pie casi inmovilizado y tener que jugar infiltrado. Descartar es un verbo demasiado fuerte tratándose de Nadal con París por medio.