El griego Stefanos Tsitsipas rubricó su primera victoria en las Finales ATP de Turín tras un maratón ante el ruso Daniil Medvedev, al que eliminó tras más de dos horas de intercambio de golpes directos que se decidió en dos 'tie-break' fundamentales, de gran nivel tenístico y para el recuerdo (6-3, 7-6 (11) y 7-6 (1)). El duelo entre los dos perdedores de la primera jornada del grupo rojo, también de campeones del torneo, dejó eliminado a un Medvedev que rozó la épica, la hazaña, tras un desempate en el segundo set en el que salvó tres bolas de partido para alargar la contienda a un tercer set en el que se desesperó ante el aguante de su rival heleno.
Medvedev es un duro hueso para roer, que se lo digan si no a Tsitsipas, que ganó el primer set del partido por 6-3 con facilidad, quebrando el primer servicio del ruso, aprendiendo del que fue su error en su derrota ante el serbio Novak Djokovic, pero que vio cómo casi se complica su presencia en este torneo que pone el broche de oro a la temporada ante un titánico esfuerzo del moscovita. Despertó Medvedev en el segundo set y exhibió la resiliencia que tanto le caracteriza y, pese a mostrarse incómodo, reaccionó de nuevo bajo presión, una situación que ya parece hasta habitual en el de Moscú.
Mantuvo su saque, al igual que el heleno, y el envite se decidió en un 'tie-break' para el recuerdo, una lucha abierta a todo nada, a cuerpo abierto, sin guantes, entre dos grandes del circuito que no querían renunciar a nada, en la que Tsitsipas gozó de tres puntos de partido de los que seguro se acordará un buen tiempo, y en la que Medvedev se agenció la manga en su cuarta bola de set, tras trece puntos. El martillo del cuarto favorito carburó en el segundo set con siete saques directo y mantuvo el ritmo con otros siete antes del definitivo 'tie-break'. Cedió Tsitsipas su saque en el séptimo juego, le dejó en bandeja la remontada a Medvedev, que se sintió ganador por un momento.
Sacó con 5-4 arriba, a tan solo cuatro puntos de llevarse el partido. Desperdició su oportunidad ante la sólida defensa de Tsitsipas, que apareció en el mejor momento, se recuperó, rompió y hundió a su rival. Comenzó el desempate definitivo casi con un ganador definido. El alto nivel del primero provocó que la grada se volcara en pos del espectáculo, pero Medvedev estaba fuera. Gestos hacia su banquillo, negativa con la cabeza, resoplidos. Tsitsipas estaba entero, se había recuperado, con energía extra conseguida tras la última rotura. Arrolló el heleno. No dio opción. Siete a uno y a pensar en Rublev, en un nuevo partido a todo o nada. El que gane pasa, el que pierda se marcha a casa.